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Blogs Una de piratas por Oti Marchante

El mundo y los mundos del cine

Oti Marchanteel


Decimos el mundo del cine, pero el cine está lleno de mundos. Y son tan diversos y en ocasiones incompatibles que estando en alguno de ellos es complicado estar en otro/otros. La misma película puede ser radicalmente vista por distintos ojos, como sabéis, pero también por los mismos ojos, en otro momento, o en otro lugar y con otra compañía. No hay nada raro en todo esto; es, digamos, lo normal. Es también normal que los Festivales de Cine, al menos los importantes, busquen su lugar en algún mundo concreto del cine (no sólo en un género, sino también en un estilo o filosofía): Valladolid encontró el suyo, Gijón parece haberlo encontrado… Cannes directamente lo posee, y Venecia quiere considerarse un festival de ‘autor’ mientras que Berlín todavía duda de su lugar idóneo y su éxito o fracaso depende más de la cosecha del año que de un voluntad de dirección… El de San Sebastián, como sería un caso aparte y absorbería todo el asunto para sí mismo, lo dejamos fuera.


No ha habido cine español en el Festival de Berlín, como no suele haberlo en el de Cannes. Los motivos para que ninguna película estuviera en la sección oficial son dignos de análisis. El comité de selección no ha elegido ninguna película española porque todas eran ‘normales’. Así. La ‘normalidad’, sea lo que sea, es un obstáculo. La criba se produce más o menos del siguiente modo: a una película ‘normal’ de cinematografía grande, o de país exótico o en coproducción con Francia (la norma imprescindible de Cannes, se aplica también en esta Berlinale); y a una película ‘rara’, sea lo que sea que se entienda por ‘rara’ de cinematografías medianitas.


La idea es que las películas ‘raras’ son bienvenidas, vengan de donde vengan; pero se puede aceptar una película ‘normal’ inglesa, o francesa, pero no española.


Y a partir de estos métodos de selección y de estos criterios, cualquiera se puede hacer una idea de cómo se construyen prestigios y desprestigios.


Los acuerdos o desacuerdos en películas como la de Park Chan-wook, o Jacques Rivette, o Assayas, o las muchamente mencionadas de Pedro Costa (Juventud en marcha) o de Apitchapong Weerasethakul, son probablemente lógicos y necesarios (¿o piensa alguien que no sería éste un mundo loco si todos estuvieramos de acuerdo en que Tropical Malady es una obra maestra?)… Lo que no sé si es tan lógico y necesiario que adejtivos como ‘normal’ se usen como puerta en las narices.


Claro que si el cine está lleno de mundos, imaginemos la cantidad de mundos que componen el mundo. O dicho de otro modo: no vemos las cosas como son, sino como somos. Lo sé: me repito.


Y todo esto para decir que aún no he visto la de ‘La vida de los otros’, y que tengo ganas de hacerlo.

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