Se acaba la semana en la que era más difícil ir al cine (pero más barato) y comienza otra en la que para ver una cola habrá que ir a la pescadería. Colas de merluza, me refiero, que tampoco es que haya masas en las pescaderías. O sea, que, precios aparte, los estrenos recientes volverán a contar con esa comodísima lacra de la sala casi vacía. En fin. De lo que han estrenado, yo podría en primer lugar la película diminuta “Loreak”, que cuenta cositas enormes y muy íntimas de las personas, de cómo somos, lo que queremos, lo que tememos y lo que nos emociona o disturba. Pongo en enlace al comentario que hago de ella en ABC.
Tal vez, el estreno más revulsivo de la taquilla sea el de “REC 4”, de Jaume Balagueró, con el que supuestamente se acaba la serie, o lo que sea. Yo no me encuentro entre los partidarios de ese cine que te invita a pasar miedo, aunque reconozco que la primera de estas películas me dejó tan mal cuerpo como la noche que cené en El Carnívoro, un restorán a las afueras de Nairobi. A mí, “REC 4” no me ha aportado gran cosa, pero al menos no me lo ha hecho pasar mal, cosa que no sé si es buena o mala según las normas del género. CRÍTICA DE “REC 4”
Y algo he sacado en claro de “La sal de la Tierra”, la película de Wim Wenders sobre el fotógrafo Sebastiao Salgado, cuya obra, enormemente bella y estética, recoge con igual vistosidad lo mejor y lo peor de nuestra especie y nuestro planeta.
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