Quiero apuntar mi sorpresa ante la primera media hora de ‘Soy leyenda’, la película de Francis Lawrence que retoma, al menos de un modo tangencial, la soberbia historia que noveló Richard Matheson. La protagoniza Will Smith, y sus primeras escenas son aún más sorprendentes y eléctricas que en la novela. Luego, lo magistral, lo esencial de la historia se licúa, se pervierte, desaparece hasta convertirse en ‘lo mismo’, pero agarrémonos a ese arranque fascinante… Luego, el pobre Matheson desaparece por completo tal y como le pasó en ‘El último hombre vivo’.
Lo mismo, pero menos, le ocurre a una película ahora en cartel, ‘Mr. Brooks’, que hemos de conformarnos con algo aceptable cuando debiera de ser excepcional, porque excepcional es su punto de partida, su personaje y las situaciones que va a vivir. La consideración del psicópata como un adicto, un toxicómano del crimen que asiste, arrepentido, a sus sesiones con su grupo de alcohólicos anónimos es genuinamente innovadora… De inmediato, el director se empeña en cambiar lo excepcional por lo habitual, no vaya a ser que el espectador no se sienta cómodo…
El miedo a incomodar a la audiencia es lo que convierte una idea en un pastiche.
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