Sin tiempo apenas para enterrar a Bergman, se muere otro de los pilares del cine europeo, Antonioni. Otra dimensión distinta de la de Bergman, pero un cineasta particular y exclusivo que miró siempre a los lugares que Bergman intuía y horadaba. No han de verse estas dos muertes como una conspiración del cine de Hollywood contra lo poco que nunca pudo poseer. El cine sobrevivirá estas pérdidas, y el cine americano vivirá a pesar de que se quede poco a poco sin ‘enemigos’ (todo el que tenga más de un siglo de existencia sabe que sin enemigos es más difícil pervivir).
Personalmente, nunca consideré tan mío a Antonioni como a Bergman, pero he de decir que algunas de las últimas conmociones que he sentido en la butaca de un cine me las ha proporcionado este hombre viejo, silecioso, inmóvil y marmóreo, tal y como cuento en el artículo que he escrito para el diario ABC y que colgaré aquí en cuanto tenga ocasión.
No estoy tan seguro como con Bergman, pero tal vez su cine sea también a partir de ahora una solución en vez de un problema.
Enlazo con lo que se publica en ABC sobre el director italiano.
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