Los zarpazos que sin inmutarse les propina Alida Valli a
Gregory Peck y a Joseph Cottens en “El proceso Paradine” y en “El tercer
hombre” serían suficientes para nombrarla la auténtica mujer pantera del cine.
Ni siquiera la astuta cámara de Hitchcock fue capaz de convertirla en otra cosa
que fascinante en su papel de fría (¿fría?) asesina. La mirada en primer plano
de aquella Alida Valli, la anterior a Visconti, Antonioni, Pasolini, Bertoluci
o Franju, no admitía “partenaires”: le hubiera derribado del caballo a John
Wayne. Su contraplano palidecía peligrosamente, por eso tuvo que dejar el cine
americano y refugiarse discretamente por aquí en lo alrededores. Bueno, por eso
y por el oscuro asesinato de una modelo italiana en el que estuvo indirectamente
implicada.
de un actor de reparto”, de Santiago Aguilar, a uno se le pueda aparecer el
increíble primer plano de Alida Valli.