Voy a dar pábulo a mi leyenda negra confesando que prácticamente no he visto ninguna de las películas ganadoras, ni la de los hermanos Taviani, que se ha llevado el Oso de Oro, ni la película húngara que ha ganado el premio especial del jurado, ni siquiera la del alemán Petzold, que ha ganado el premio al mejor director… En cambio, discrepo de esa idea de que el premio Alfred Bauer, que ha sido para el portugués Miguel Gomes (nuestro hombre en Berlín), es un galardón secundario. NO. El Alfred Bauer lleva siendo ya unos años el tercer gran premio del Festival; también se ha llevado el Fipresci, el que otorga la crítica, aunque ese premio suele tener poca relevancia (“¡Bah, los críticos!”). Tuve la fortuna de ver la película “Rebelde”, por la que ha ganado la niña Rachel Mwanza el premio de interpretación femenina, que es, a todas luces, una barbaridad, aunque sí sea justo con los merecimientos del film. En cambio es muy merecido el del actor Mikkel Boe Folsgaard, por su excelente interpretación del monarca majareta en “A royal affaire”.
Bueno, en términos generales parece que ha sido una edición del Festival digna de ser olvidada pronto, y en lo que a mí respecta, más pronto que pronto: ya la he olvidado.
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