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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Si la envidia fuera tiña, Cristiano sería negro

Tomás González-Martínel

La envidia que el Real Madrid suscita entre sus enemigos está claramente definida en el comportamiento humano: es admiración. Es un hecho evidente psicológicamente que se admira a quien no se puede emular. Todos esos que demuestran su envidia al Real Madrid cambiarían su opinión si su hijo fuera fichado pro el primer equipo blanco. A muchos les ha pasado. Y sus padres reconocieron entonces que sus sentimientos hacia el Madrid eran simplemente admiración. Se siente envidia del que triunfa y del que solo tiene como meta la victoria, sin admitir justificaciones de victimismo. Se envidia esa ambición sin límite de sus futbolistas. Y sobre todo se envidia ese carácter ganador, que entre los débiles se interpreta como soberbia porque se hace insoportable ver a un club que únicamente piensa en ganar y además lo consigue. Dos Champions en tres años. Y no se meten con nadie. Y Ramos elogia a Simeone. Y Florentino Pérez también. Son insoportables para el común de los mortales porque además son deportivos y no se regodean en el triunfo, como hacen otros. Y para colmo está Cristiano, un hijo de un alcohólico y de una madre coraje que vivió en un techo de uralita, en Madeira, en Funchal, y hoy es  campeón de Europa por tercera vez. Un chico que surgió de la pobreza y hoy es el máximo goleador del Real Madrid. Un chaval que hizo bandera del trabajo como arma para llegar a lo más alto. Pero eso, el sacrificio, la entrega, no vende entre los jóvenes. Es más fácil no trabajar y ver cómo los caras viven del cuento en programitas televisivos impresentables, para imitarles. Soportar a Ronaldo y al Real Madrid juntos es imposible para muchos. Porque eso de los galácticos fue un invento idiota de cierta prensa. En el Madrid hay una norma para el éxito: correr como el que más. Los entrenadores lo saben. Por eso, envidiar a Ronaldo y al Madrid es cosa de los débiles. Si se autoanalizan, todo es envidia, solo envidia, nada más que envidia.

Todo es envidia porque, si Ronaldo fuera su hermano, sentirían admiración por él. Si le conocieran como le conozco, cambiarían esa opinión manida y creada mediáticamente para criticar sus gestos. Es orgulloso y egocéntrico, sí. ¿Saben por qué? Porque era un niño pobre con un padre borracho con quien nunca tuvo relación. Su madre fue su único apoyo para triunfar. No saben ustedes lo que es vivir así, en una casa de cartón y uralita. Muchos caen en la droga y en el latrocinio, son carne de cañón en barrios sin futuro, sin esperanza. Sobrevivir en ese ambiente te hace orgulloso, porque los débiles sucumben en los vicios fáciles que casan con esas situaciones.

Ronaldo rompió el molde. Llegó a lo más alto trabajando. Pero el alcoholismo de tu padre, la casa de uralita y la droga que te rodea, te marca. Nunca serás una persona normal. Por favor, no juzguen a Ronaldo por ese gesto de ego, chulesco, de orgullo. Solo es su escudo humano de protección para soportar y vivir tras superar ese ambiente de fracaso humano que le rodeó durante diez años. Quédense con lo importante: se puede triunfar, con sacrificio, desde lo más bajo.

Ronaldo mantiene ese escudo de protección, con sus gestos de prepotencia, porque se sintió atacado desde niño. Y ya estrella, se siente agredido desde siempre por los medios de comunicación que solo buscan su reacción negativa para machacarle. Una cámara televisiva, dos, tres, persiguen a Cristiano en todos los partidos para encontrar un enfado, un movimiento fuera de lo normal y armar el ataque contra él. Se ataca al pobre que llega al éxito y, sin maestros que le ayudaran, tiene gestos prepotentes para protegerse. Pasó frente a Islandia. Le dijo a un jugador rival que cambiarían la camiseta en el túnel de vestuarios y se publicó que se negó a hacerlo y que le dijo al futbolista que no era nadie. Cristiano molesta porque era un chico humilde que se hizo a sí mismo con la ayuda imprescindible de su madre. Escuchen esta verdad y cuéntenla a sus hijos.

Cristiano fue enviado a Lisboa con once años para hacerse una prueba como futbolista del Sporting de Lisboa. Por supuesto, la superó. Ya era muy buen delantero a los diez años en Madeira. Tuvo que marcharse a vivir a la pensión Dom Pedro de Lisboa para intentar el sueño. Vivió solo para llegar arriba. En muchos momentos estuvo a punto de tirar la toalla y volver a Madeira. No saben lo que es aguantar solo con once años en una gran ciudad después de haber nacido en un barrio bajo. su madre le decías que no volviera, que aguantara, que triunfaría, que era su único camino hacia el futuro.

Se reían en Lisboa de su acento de pueblo. Una profesora se mofaba del niño de once años ante sus compañeros. Además de pobre, ridiculizado. Cristiano cogió a la profesora por la pechera, y menos mal que no la cogió los pechos, para decirle que de él no se reía nadie. No le echaron del colegio porque el Sporting lisboeta presionó. Pero el chaval ya dejó claro quien era. Se hizo respetar. Durante diez años ya tuvo que hacerse respetar en su barrio de uralita para subsistir. Y así caminó hacia el triunfo, deprisa, deprisa. Había que verle entrenar en el gimnasio del Sporting en las horas extras. Figo, que era el ídolo de Cristiano, le vio trabajar en solitario muchas tardes. Vislumbró una figura.

Hoy lo es. Por eso, no se centren en ese ego que es su chaleco antibalas. Hablen de su éxito desde la nada. No es un chico normal porque no puede serlo. Alguno de sus hermanos ha caído en la droga, que era el sendero que también le correspondía a él. Su padre murió por el alcohol. Ustedes no saben lo que es todo eso a su alrededor. ¿Se han preguntado cómo serían ustedes o sus familiares en es ambiente? ¿Se han cuestionado si habrían llegado a ser algo, o habrían caído en el alcohol, las drogas o los robos? No juzguen. Valoren. No tengan envidia a Ronaldo. Otros muchos han vivido en una miseria similar y se quedaron en la estacada con buenas condiciones para el éxito, porque no pudieron soportar el mundo inhumano que les rodeaba.

Ronaldo es un superviviente en un universo de condenados al fracaso. Po eso digo que si la envidia fuera tiña, Cristiano sería negro. Ronaldo es, en realidad, un negro de la sociedad que triunfó en un mundo de blancos que nunca supieron lo que era dormir bajo el sofocante techo de uralita. Y ha pagado un alto precio. Se compra coches lujosos y ha adquirido una gran casa para su madre porque el sufrimiento de no tener nada te destroza interiormente. Y en cuanto llegó el dinero, quiso dar a su mamá lo que nunca tuvo. Por eso lloró cuando recibió el Balón de Oro. Y su madre lloró también. Y otros se rieron de sus lágrimas. Ojalá esos idiotas y sus hijos nunca pasen lo que pasó Ronaldo y su familia. Probablemente, qué digo, seguro, se habrían hundido en la miseria y en la droga. Ronaldo no. Y eso molesta. Da envidia. Ahora le pegan duro por fallar un penalti y varias ocasiones con Portugal. El chico orgulloso es humano y aprovechan su humanidad para golpearle. No saben que Ronaldo está acostumbrado a ello dese hace 31 años. Por eso tiene ese escudo protector. Y cuando se ríe, se ríe de las miserias de quienes le critican sin conocerle. Ellos tienen todas las miserias internas, la envidia, la avaricia, aunque nunca hayan vivido bajo la uralita. Y molesta que un niño pobre, nacido de la miseria, no tenga envidia. Eso sí que molesta. Porque ello siempre le tendrán envidia. Y eso molesta todavía más.

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