“¿Cómo le gusta que le corte el pelo?”, le preguntaba el peluquero a Arsenio en La Coruña cuando el entrenador gallego levantó al Deportivo camino de la gloria. El técnico le contestó con el poso de la experiencia: “Calladinho”. El silencio es el mejor arma para casi todo, porque se dicen muchas cosas sin decir nada. El incordio mediático que Pogba y su representante han montado desde hace meses, con el permiso de la Juventus, para pegar un pelotazo con el centrocampista se ha pasado de la raya. Si había alguna posibilidad de ver a Pogba vestido de blanco, esta verborrea pública diaria ha roto cualquier intención. Al Madrid no le gusta que jueguen con él. Tiene ciento trece años de historia. Tonterías, las justas.
El jugador ha sido colocado al Real Madrid en el mercado de invierno y ahora, una vez cerrado el plazo, vuelven a la carga para traspasárselo a la casa blanca en junio. El club madrileño no ha dicho ni una palabra, pero el movimiento verbal de sus comisionistas de ventaja insiste. Le ponen un precio de cien millones, superior a lo que costaron Cristiano y Bale. Y utilizan al Madrid como cebo, por si pica, y para que otros equipos, como el Chelsea, el PSG, el City y el Manchester United, entren en la puja. La entidad española no ha abierto la boca. Pero le desagrada que la usen de manera tan burda.
Los apoderados de Pogba llegaron a decir que el Madrid podía fichar al futbolista en enero. Y quien vino fue Lucas Silva. Ahora viviremos seis meses de telenovela hasta septiembre. Y el Madrid tiene a Casemiro en la recámara. Es arriesgado decir que de este agua no beberé, pero la dirección deportiva del campeón de Europa no tiene a Pogba como su primer objetivo. Y menos por cien millones de euros. Las formas de sus representantes han cerrado, además, muchas puertas. No sabemos si Pogba también está detrás de esas artes, pero si no es así debería tomar cartas en el asunto. Le venden muy mal, como un jugador de segundo nivel al que hay que mencionar todos los días para recordárselo a los compradores. Y la Juventus, si desea traspasarlo, debería callar muchas bocas y coger la batuta para dirigir las operaciones con discreción.
Recuerden. Cuando el Madrid fichó a Cristiano, a Bale, a James, a Isco, a Kroos, Modric y a Keylor, no salieron los representantes a pregonar periódicamente que el conjunto blanco estaba interesado en el futbolista para extenderlo al resto del mercado e intentar subir su precio. Todo se llevó con privacidad operacional hasta el anuncio del fichaje. Con Pogba se han roto los códigos. Y eso no gusta en el mundo del fútbol. Y menos en el Real Madrid, que no necesita especialmente a ningún jugador. La experiencia es un grado y el club blanco ha vivido muchas a lo largo de décadas. Ozil, Di María e Higuaín quisieron irse. Algunos dijeron que el Madrid cometía unos errores abismales. Ya ven. Hoy nadie se acuerda de ellos. Ser un grande otorga la capacidad de reconvertir a los buenos futbolistas con otras misiones. Kroos, Modric e Isco son los últimos ejemplos. Y no han perdido su calidad. Para jugar en el Madrid hay que tener clase dentro y fuera del campo. Los agentes de Pogba no la han demostrado fuera del césped.
Otros temas Tomás González-Martínel