Benítez ha pasado de la crítica al elogio en tres días. La magnitud del Real Madrid es tan grande que cualquier partido del equipo se juzga como si fuera el final del mundo en el diluvio universal. El técnico planteó ante el Levante un encuentro de mínimos esfuerzos para reservar fuerzas ante el duelo de París y el 3-0 supuso una goleada de críticas contra el entrenador. Es verdad que al madrileño se le trata de distinta forma que a Carlo Ancelotti. Si esa faena de aliño la hace el italiano, todo el mundo lo habría entendido. Incluso aplaudido. Lo realizó Benítez y todo fueron acusaciones contra un Real Madrid que ganaba y no gustaba.
Benítez acudió al campo del PSG con un cartel que Blanc, técnico galo, calentó al afirmar que el Real Madrid es defensivo. Era su manera de picar a su colega. A fe que lo picó. Y el español le dominó en el césped. Le calló con hechos. El responsable del Real Madrid sacó a Jesé y Lucas Vázquez y plantó un 4-3-3 que presionó arriba con el delantero catalán hasta ahogar la salida de balón del PSG. El Madrid no marcó, empató a cero, pero fue elogiado por jugar al ataque con un once repleto de suplentes, con Casemiro e Isco, sin Bale, sin James, sin Pepe, sin Carvajal, sin Benzema y con 22 minutos para Modric. Pues era el mismo Madrid. Era el mismo Benítez. Pero gustó su presión sobre la defensa francesa.
Los seguidores blancos deben entender lo que sucede en el Real Madrid de benítez: a estas alturas de temporada, tras once partidos disputados, ocho en Liga y tres en Champions, el conjunto blanco no ha perdido. Suma siete victorias y cuatro empates, tres de ellos a cero. Ha marcado 24 goles y solo ha recibido dos. A estas alturas del año pasado, el Madrid de Ancelotti había marcado 40 tantos, sí, pero había perdido ante la Real Sociedad en Anoeta (4-2) y frente al Atlético (0-1) en el Bernabéu. Ahora, a Benítez no le gana nadie. Fue al Calderón y empató a uno un partido que debió ganar y al final casi pierde. Elijan.
Otros temas Tomás González-Martínel