Desde 1967 a 1997 el Real Madrid tuvo que escuchar que había sido el mejor club del mundo en blanco y negro, pero que no lo era desde el nacimiento de la televisión en color. Ese mensaje lo propgaba, claro, la prensa barcelonista, que no barcelonesa, porque allí solo hay pensamiento único, desde que el Barcelona de Cruyff ganó su primera Copa de Europa hace justo veinticinco años, en 1992. Antes no decían nada.
El Real Madrid recuperó el brillo con su triplete de Champions conseguido en 1998, 2000 y 2002. Ya eran triunfos de televisión en color. Y el barcelonismo mediático tuvo que callar. Provisionalmente. Llegaron Ronaldinho y Messi al conjunto azulgrana y en los últimos diez años el equipo catalán se adjudicó cuatro Copas de Europa. Hasta que Ramos no le dio la Décima al Real Madrid, en 2014, tuvimos que soportar la reactivación ideológica de los triunfos modernos de La Masía y de la antigüedad de los éxitos blancos, que se referían a 2002 y el golazo de Zidane.
Se tapaba que el Real Madrid era semifinalista fijo, en plantilla para la UEFA, desde 2010. En Lisboa llegó la Décima. El Barcelona obtuvo la quinta al año siguiente. Y el Real Madrid contestó con la Undécima en Milán hace justamente doce meses. Los éxitos añadidos de dos Mundiales de Clubes y dos Supercopas de Europa se sumaron al dominio del equipo madrileño en el mundo.
El balance desde 1992 está empatado: Real Madrid, Barcelona y Milán han celebrado cinco Copas de Europa desde entonces. En el cómputo total, que es lo que importa, lejos de la parcialidad en la medida de los títulos desde la época que interesa, el Real Madrid lleva once Copas de Europa, el Milán acumula siete y el Barcelona esas cinco. Zidane ha lanzadp un claro mensaje a la plantilla que expresa su ambición infinita: Hay que conquistar la Duodécima y decirle al mundo que el Real Madrid también es el rey legendario de la época moderna. Hay que ganar como sea a la Juventus, aunque sea en los penaltis, y rematar el imperio blanco en todas las épocas.
El entrenador francés pide a los jugadores un esfuerzo sobrehumano para ser leyenda en el siglo XXI. Quiere la sexta Champions de la era moderna. Y callar muchas bocas. En su minimalismo mediático, Zidane esconde una ambición bien casada con el Real Madrid.