Hablemos claro. El Real Madrid no se equivocó al dejar marchar a James y Morata. Los dos se marcharon del Real Madrid porque solicitaron irse de todas las maneras y trabajaron para irse con búsquedas de ofertas para conseguir su objetivo. Y Florentino Pérez no desea contar con jugadores que no estén a gusto. Lo hizo con Di María y con Ozil. Se fueron. Ciao. Y el Real Madrid ganó tres Champions y doce títulos en cuatro años, sin mirar nombres.
Hablemos claro: Morata no quiso aguantar como suplente de Benzema, aunque hoy jugaría casi todos los partidos, y desde la concentración veraniega en California dialogó con el Chelsea hasta lograr su traspaso, que supuso 90 millones para el club español, 75 cobrados en julio y 15 que percibirá la entidad en los próximos cuatro años.
Hablemos claro: James tampoco quiso quedarse, aunque hoy también jugaría casi todos los encuentros. El caso del colombiano es mayestático, no se llevó bien ni con Benítez ni con Zidane, porque se cree con el rango de titular y no admite la competencia, calentado por un país, Colombia, que le trata como un dios y que le engaña al exigirle que dialogue con los entrenadores para pedir su titularidad fija. Así le ha ido en su carrera.
Florentino Pérez acertó al dejar irse a Morata, que era intransferible y exigió un precio para poder negociar, por alto que fuera. Noventa millones. Y los trajo. Pues adiós. No hay más que hablar. James se fue al Bayern cedido durante dos temporadas y si el club alemán lo quiere contratar definitivamente deberá abonar 62 millones en 2019. El Real Madrid, que no es tonto, amplió el contrato del colombiano con el club español hasta 2021 para traspasarlo con tranquilidad si el Bayern no abona los 62 millones enu día. Todo está atado y bien atado. Y muy claro.
Pepe es otro recurso manido cuando las ratas se escapan del barco. El central se marchó libre en junio porque con 34 años y lesionado toda la temporada, quería ser renovado por dos años, hasta los 36, una locura. Ningún central del Real Madrid ha aguantado hasta los 36 con rendimiento. La pasada campaña solo jugó quince partidos y se borró de varios para disputar la Copa Confederaciones con Portugal. ¿Lo podemos decir más claro?
Pepe, que no tiene muchas miras, se enfrentó al club de la manera más tonta y se marchó mal cuando la entidad le tenía asegurado un puesto futuro para quedarse en la casa al colgar las botas. Pero Pepe es muy corto, por lo que se ve, y se ha enemistado con todo el mundo de una forma que nadie entiende. Se ha cerrado toas las puertas de la manera más simplona.
Nacho habló claro el sábado, al escuchar por enésima vez que el Real Madrid de la temporada pasada era mejor con Morata, Pepe y James. El canterano habló en nombre del vestuario. Explotó de una vez para acabar con la mentira: “Habría que preguntarles a los que se fueron si admitían su rol aquí”. Ese es el quid de la cuestión. Querían jugar más, tener asegurados más partidos, ser titulares. Nacho era suplente como ellos, es suplente hoy, pero con su rendimiento se ha ganado la titularidad. Juega más que muchos titulares. Ese papel no lo querían mantener Morata, James y Pepe. Así que el vestuario ha acabado con un asunto falso y viciado.
El Real Madrid es muy grande y quien no quiere jugar se le abre la puerta. Ahora resulta que el problema del Real Madrid es Morata, James y Pepe. No, el problema actual del Real Madrid es que no rinden ni marcan goles los titulares que han ganado tres Champions y doce títulos en cuatro años. Como dice Radomir Antic, que entrenó al Real Madrid y al Atlético: “Siempre se habla en las crisis de los que no están, de los que no juegan, y solo hay que hablar de los que son protagonistas”. Verdad.
Florentino Pérez hizo bien al no retener a Morata. El fútbol son personas, no máquinas, y si un futbolista encuentra 90 millones para irse, que es el dinero que el presidente pagó por Bale, hay que dejarle marchar. Lo demás son ganas de buscar problemas donde no los hay. El problema es de los que juegan ahora. En las tres finales de la Champions ganadas en 2014, en 2016 y en 2017 nadie se acordó de Morata ni de James. En las victorias no se acuerdan de los suplentes. Así que tonterías, las justas. Se acabó el mensaje subliminal sobre quienes abandonaron el barco madridista. Quisieron irse. Pues muy bien.
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