Cristiano, en su prepotencia visceral, no acude a la gala del Balón de Oro porque no gana. Este año se justificó con la entrega de premios de la Liga italiana, que le eligió el mejor, pero no se justifica. El portugués ya ha faltado en otras ocasiones cuando no venció.
Messi, ganador ahora, también ha faltado en algunas ocasiones, cuando quien triunfó fue el luso. Luka Modric, que triunfó el año pasado. Les ha dado una lección a los dos.
El croata ha pasado de ser Balón de Oro a no estar ni en la lista de nominados. Y acudió a París para entregar el premio a su sucesor.
No debería ser noticia este gesto deportivo. Lo es porque en este mundo de egos incontrolables, infinitos, donde las estrellas se creen que son únicas y que el mundo cambió con ellos, este eso no es lo normal. Ni Cristiano ni Messi han ido a todas las galas. Cuando han perdido, han faltado. Más Cristiano que Leo, pero el argentino también se escapó varias veces al no ser el primer premiado. Están mal aconsejados y se dejan aconsejar. Modric, sin consejeros, les dio una lección para siempre.
El centrocampista croata viajó en su día libre, de manera privada, para entregar el Balón a Messi, al líder del eterno rival. Y le dijo: “Enhorabuena, te lo mereces”.
Ha sido la guerra cainita que Guardiola y Mourinho encabezaron la que generó esta guerra de egos que acabó en la falta de elegancia de Cristiano y de Messi.
Modric la rompió en París. Y abre un sendero de recuperación de la deportividad, por encima de esta lucha de egos de niñatos que ya son creciditos de 30 años. Messi debería entregar el premio el próximo año, si no lo ganara, a su sucesor. Modric ha sembrado. Y dejará a muchos en evidencia si no continúan su camino.
En evidencia ha dejado a Cristiano y a Chiellini. El año pasado, Mendes y la familia de Cristiano demostraron su falta de deportividad más absoluta al decir que el Balón 2018 lo merecía Cristiano y no Modric, que fue su compañero hasta unos meses antes. Ahora, ha dejado también en evidencia al zopenco de Chiellini, que ha dicho que el Real Madrid “compró” el balón de 2018 para Modric, con el fin de quitárselo a Cristiano. Acusación grave de un irresponsable, que viene a decir que el Real Madrid compró los votos de periodistas de todo el mundo para eso.
Mientras Chiellini, pateador de piernas ajenas, negado con el balón, quita méritos y desprecia Modric, el croata le da una lección en toda regla con verónica y pase de pecho. Claro, Chiellini, bruto como él solo, no sabe lo que es la palabra arte. Es el rey de la bronca marrullera, ese es su ambiente, personal y futbolístico.
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