Monchi protesta porque al Sevilla le anulan un gol que es falta y la reacción al día siguiente es muy clara: el Barcelona tiene que ganar como sea. Setién, el hombre que susurraba a las vacas hace cuatro días, tenía que ganar como fuera.
El Granada le plantó cara al conjunto azulgrana, envió un balón al poste y cuando mejor estaba le expulsaron a un jugador, Cabrera, por una segunda entrada que no era tarjeta. En realidad no era amonestación ninguna de las dos que le mostraron. Esas dos cartulinas amarillas no se las sacan a ningún jugador del Barcelona en la vida.
Acto seguido, contra diez, ya podrán, el Barcelona por fin marcó un gol y lo más importante es que, con diez, el rival no podía empatar. Todo estaba bien asegurado, los tres puntos para el Barcelona de Setién.
El arbitraje no ha cambiado; igual que con Sánchez Arminio a lo largo de los lustros, el Barcelona es el gran beneficiado. Ya lo dijo sánchez Arminio en su día a los colegiados en la concentración previa al campeonato: Ya sabéis que hay un club (el Real Madrid) que no está con nosotros, ni con esta Federación Española de Fútbol y si hay cambio en la presidencia, todo cambiará. Y para que no hubiera cambios, ya sabían a quien perjudicar.
Fue en 2004 cuando el voto del fútbol catalán mantuvo en el poder a Villar y Sánchez Arminio frente a la llegada de Gerardo González Otero, que tenía apoyos políticos. Villar controló el voto y fueron los 28 votantes del fútbol catalán, aconsejados por Gaspart, quienes sujetaron a Villar. El resultado de este triunfo es el éxito del Barcelona frente al Real Madrid en la Liga ( el club blanco apoyó a González Otero) desde 2004. Mírenlo. El Real Madrid ganó la Liga en 2001 y 2003. Después, la sequía ha sido importante. Y las ayudas arbitrales al Barcelona, constantes, eternas. Tantas como los perjuicios al Real Madrid.
El atraco deportivo al conjunto blanco en el clásico fue el enésimo ejemplo. De ganar pasó a empatar y a perder dos puntos y la ventaja en el duelo particular con el equipo azulgrana. Es muy grave. Y la prueba de la gravedad es que los dos árbitros parciales, Hernández Hernández y De Burgos, no fueron a la Supercopa de España.
Desde que Monchi montó el espectáculo contra el Real Madrid por una falta que lo era, para que después le regalaran un gol tras una mano que también era clarísima, ya sabíamos lo que iba a pasar hoy. Es una vergüenza. ¿Este es el arbitraje que quiere Rubiales?
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