Isco no jugaba en Champions en la primera fase de la temporada pasada. Era protagonista en Liga y James ocupaba su sitio en Europa. Una lesión a principios de curso retrasó su explosión. Su rendimiento posterior, paulatino, evolución tras progresión, le permitió dar el salto a la titularidad definitiva a partir de febrero. La culpa la tienen dos personas. Primero, el propio Isco, autocrítico, que se flagelaba para sacar más jugo de sí mismo. Bajaba, defendía. Y creaba con su magia en ataque. Segundo, Zidane, que aprovechó esa calidad para inyectarla a la eficacia en ataque.
El entrenador situó al malacitano al borde del área, para que diera pases letales con su genialidad técnica y para que soltara su pierna y demostrara también su capacidad en el disparo. Así fue. Isco se quejaba en un principio de no jugar en la Champions y “Zizou”, que siempre le dijo que creía en él, le exigió más para que asumiera su rol de titular como media punta, como tercer delantero escondido. Necesitaba ser más eficiente, práctico, para ser titular. No solo un Curro Romero de la chicuelina bonita, sino un pasador y un rematador que subiera sus acciones al marcador. Lo hizo.
Francisco Alarcón entendió el mensaje. Jugó de delantero encubierto y comenzó a dar pases decisivos y a marcar goles él mismo. La pasada temporada se destapó. Fue tal su ascenso que forzó la conversión del esquema en un 4-4-2 fijo, con el malagueño como cuarto centrocampista. Se ganó la titularidad. Con Isco como jefe de la creación ofensiva, y con esa táctica, el Real Madrid obtuvo la Champions y la Liga.
Isco ha decidido partidos fundamentales con sus pases y con sus dianas. Fue el mejor en la final de la Supercopa de Europa, en Macedonia. Es ya un titular con puesto asegurado. Zidane le pidió y le concedió. Le exigió y le convenció. Pero el primer culpable es el propio Isco, que creyó en sí mismo y se superó cuando no era titular, para dar más de sí mismo.
Costó 30 millones hace cuatro años. Hoy vale cien. Ha renovado por cinco campañas. Hasta los treinta. Bendito problema para Zidane: contar con Isco, su amigo Asensio, Kroos, Modric, Kovacic, Casemiro y Marcos Llorente.
Otros temas