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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Injusticia con Bale

Tomás González-Martínel

Antes era Benzema el objeto de todas las críticas. Ahora le toca a Bale ser el patito feo de los defectos del Madrid. Y eso que es líder y aspira a reeditar la Champions. ¿Quién será el siguiente? El Real Madrid asume un rol de liderazgo en el fútbol mundial que exige estar en la diana para lo bueno y para lo malo. Los propios futbolistas lo dicen. Cuando ganan, se exagera la bondad de su fútbol, unos elogios ligados a la eficacia del resultado. Cuando pierde, se hunde todo su fútbol, cuando quizá un remate en el poste podría haber cambiado todo el panorama. Se ensalza o se critica al calor del marcador. Gareth es el objeto de acusación de los problemas del líder. Como si los goles recibidos al minuto de juego frente al Atlético, el Córdoba y la Real Sociedad fueran un problema del imperio británico. ¿Las derrotas y empates frente al Atlético son culpa de Bale? No. El galés carga con todos los enfados contra el equipo, falto de carácter, profundidad e intensidad en los derbis, como reconoce Ancelotti. No es un problema de Gareth, sino del Real Madrid. El sábado tiene otra examen.

Es cierto que en Mestalla falló un gol en vez de dar un pase a Benzema que, en todo caso, era complicado. Es verdad que contra el Español falló otro gol en vez de dar un centro a Cristiano. El portugués protestó mirando al cielo y el Bernabéu silbó al galés. También es verídico que ante la Real Sociedad le privó a James de un remate certero de gol y luego lo falló. Pero muchos olvidan que ante el equipo donostiarra fabricó el 3-1 en un regalo para Benzema. Que dio taconzados de oro a Isco y James. Que ha dado pases de gol a Cristiano y Karim en otros encuentros. Que destroza las defensas con su velocidad.

Se le silba porque no es un jugador que se gane al público. Es inconstante, hace fútbol a ráfagas, no es un hombre que tenga siempre el balón. Es un delantero de golpes letales, como el golazo de la final de Copa frente al Barcelona en Mestalla. Como el cabezazo del 2-1 en la final de la Champions. ¿No recuerdan su galopada de guepardo para dar a Cristiano aquel centro perfecto en el campo del Bayern?. Llevar al balón pegado al pie y correr con ese zanco largo solo lo puede hacer él.

Como dice Moyes, técnico de la Real, Bale es un jugador top. Su potencia y su velocidad le hacen distinto, inigualable. Es indiscutible. No es justo que sea la diana de los enojos del madridismo. Hay otros hombres que no han rendido en los partidos frente al Valencia, el Córdoba y el Atlético. Bale es un grande. Algunos dijeron que no era siquiera futbolista, sino un atleta. El gol de la final de Copa y sus escapadas frente al Bayern silenciaron muchas bocas. El 2-1 en Lisboa calló otras. Será en todos caso un atleta que marca tantos decisivos. Lo que le pasa a Gareth es que no tiene quien le escriba. Tampoco lo busca. No acude a los restaurantes a ganarse a ciertos críticos. No juega en los despachos. Solo corre en el césped. Quizá, eso, no sea suficiente.

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