Florentino Pérez tiene el acierto de modernizar la filosofía instaurada por Bernabéu hace 64 años, que consistía en fichar a los mejores jugadores del planeta. Ronaldo es hoy el estandarte que Di Stéfano exhibió desde 1953 a 1964. Zidane es actualmente el Miguel Muñoz de los años 50 y 60. Don Miguel ganó Copas de Europa como jugador y como entrenador. Zidane emuló esa doble capacidad y triunfó en las dos vertientes, jugador y técnico, en 2002 y ahora en 2016 y 2017. El francés tiene el carisma del Real Madrid. Nació para triunfar en el equipo más grande porque es un grande del fútbol, primero como futbomista y ahora como director de grupos. Zidane, miren por donde, no es discutido por los antimadridistas enfermizos, porque su aura trasciende a los equipos. Gusta en todo el mundo.
Zinedine está en camino de escribir una gran historia en los banquillos, comenzada con veinte meses que cambiaron el mundo del fútbol, y no debe bajar a entrar al capote del cara dura de Lineker, un mastuerzo como delantero que ahora se dedica a criticar a futbolistas para polemizar y que le paguen más dinero en la tele, porque no sabe hacer otra cosa el pobre inglés con cara de pirata gibraltareño.
Florentino Pérez, al igual que ristiano, sí es atacado por el barcelonismo històricamente, porque ven en el presidente un hombre capaz de todo y ese poder personal de fichar a quien quiera o construir la mejor ciudad deportiva del mundo da miedo a los enemigos.
Florentino Pérez es el nuevo don Santiago, con la diferencia que no tiene un Muñoz Lusarreta que le pague los Amancios de hoy. Florentino se tiene que buscar las habichuelas sin Lusattetas. Y con su dinero han venido los mejores y se han ido tontos de remate como Ozil y Di María. Ahora, el presidente ficha talentos en ciernes, más baratos y por supuesto más inteligentes que Di María y Ozil, acabados para los grandes títulos desde que se marcharon.
Florentino, Cristiano y Zidane. Esta sí que es una delantera. El mejor tridente del mundo, el que duele al barcelonismo. Pues no les queda por aguantar. Florentino trabaja como un chaval y compite en ambición con Ronaldo y Zizou.