El Real Madrid consiguió por fin una victoria importante a domicilio para recuperar las sensaciones de los dos años de éxitos. Los jugadores necesitaban un triunfo así para comprobar que no se les ha olvidado jugar al fútbol. Lo que faltaba era el gol.
Los golazos de Marcelo y de Kroos, en magníficas combinaciones con Asensio y con Kovacic, mostraron al Madrid de antes, el de 2016 y 2017. Era ese fallo en el remate el que condenó al equipo durante estos meses de zozobra.
Zidane observó en Valencia las primera sonrisas de confianza de sus pupilos en un campo de fútbol. Los cuatro tantos sacaron la alegría de las cabezas de hombres que han conseguido los títulos más grandes y que ahora no comprendían lo que sucedía.
Esa felicidad alimenta la fe del entrenador en el futuro. En este deporte se pasa del hundimiento a la gloria en noventa minutos. Zidane cree que volverá a dirigir la mejor versión de este grupo. No sabe hasta dónde llegarán todos juntos, pero seguro que superan este bache.
La Champions es su objetivo inmediato. Quedar entre los cuatro primeros clasificados de la Liga es el segundo reto. Pero ahora manda la Copa de Europa. Ramos e Isco estarán listos para esa fecha, el 14 de febrero, que debe enamorar al madridismo de nuevo con sus ídolos en el Bernabéu. Enfrente, el desamor del PSG. Pero el Real Madrid intentará enamorar a Neymar el 14 de febrero. Y en el partido de vuelta en la ciudad del amor.
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