Juegan Lucas Vázquez, Casemiro, Jesé, Nacho y Kovacic y el Real Madrid no se inmuta. Es líder de la Liga, invicto, y también pervive imbatido e invicto en la Champions. Se dora la píldora al pobrecito Barcelona porque no puede contratar a nadie, cuando el propio club afirma que ya fichó antes para dos años porque esperaba la sanción. El Madrid ha adquirido este año a Kiko Casilla, Casemiro, Kovacic, Danilo y Lucas Vázquez, y el mérito es que los cuatro jugadores de campo se han hecho titulares, dadas las lesiones de los consagrados. James, Bale, Pepe, Arbeloa, Modric (ya es alta) y Benzema han faltado en la mayoría de estos doce encuentros disputados, nueve de Liga y tres de Copa de Europa.
Los blancos son líderes con hombres que realmente no son titulares y mantienen el pulso del equipo. Pero no se destaca que ese rendimiento es culpa de Benítez, de su esquema táctico, que exige que todos sus profesionales marquen a su enemigo, presionen arriba y no dejan respirar al rival. Enfrente, el Barcelona solo ha perdido a Messi e Iniesta y se ensalza la relevancia de esas ausencias como si no hubiera más futbolistas en la plantilla de Luis Enrique. El dilema de esta diferente visión es que el club madrileño tiene mucho fondo de armario válido, enorme calidad en los chavales que aspiran a jugar. Es una plantilla bien hecha, joven. La del Barcelona no es tan completa. No hay un banquillo tan potente como el madridista. Después, la Liga la ganará uno u otro, pero la diferencia en la reserva es evidente. Si el Madrid es campeón, lo será por todo su plantel. Si el Barcelona es el campeón, lo será gracias a Suárez, Neymar y los titulares.
No se alaba el esquema de Benítez porque el aficionado mayoritario no entiende de fútbol, sino de pasarlo bien. Prefiere ver siete goles y ganar 4-2 que vencer por 2-0, aunque para el técnico sea mucho mejor el triunfo con la puerta a cero, que expresa una seguridad destructiva y una seriedad que al seguidor le da igual. Los intereses del espectador y del profesional son totalmente opuestos. Suele ocurrir en casi todos los deportes. En esta diatriba, el Real Madrid de Rafa Benítez es líder y no sufre goles con un conjunto de jóvenes.
Esos jóvenes controlaron al PSG y vencieron al Celta. Esos suplentes aplican con disciplina las ideas de su jefe, que exige mucha entrega física para impedir moverse al oponente. El éxito del entrenador es consolidar una estrategia por encima de los nombres. El sistema de juego supera a las figuras. No están Bale y Benzema, pero el Madrid funciona con la velocidad de Lucas Vázquez y Jesé. La clave es que no se notan las bajas. Hay una idea, un proyecto definido. Y solo se habla de que Benítez es defensivo.
El entrenador lo asume con la experiencia de quien conoce a este país. Al Real Madrid se le pide más por el hecho de llamarse así. Es la propia casa la que alimenta esta sensación de estar insatisfecho permanentemente, porque después de conquistar la Décima ya se pedía la Undécima. El propio club se flagela con esa exigencia. Y los antimadridistas lo aprovechan para considerar esa autoexigencia como defectos. Solo digo una cosa. Que se estaría diciendo de la grandeza del Barcelona si sacara en su alineación a Lucas Vázquez, Jesé, Casemiro, Keylor, otrora suplente de Casillas, y Kovacic. Lo hace el Real Madrid y parece que estuviera obligado a ello, que es una cosa normal. No lo es.
Sí, el Real Madrid es el club que más ingresos genera en el mundo, 550 millones, pero lo ha logrado por su trabajo, no se lo han regalado. Sobra esa envidia que se vislumbra en esos juicios de valor que tienden a menospreciar lo que realiza bien el Real Madrid como si fuera algo natural, que viene solo, de corrido, como de serie. Hay que elogiar con objetividad que sus reservas cubren con eficacia a los titulares en partidos que son verdaderas finales. Hay que alabar un liderato bien conquistado en una plantilla plagada de lesiones. Como decía Javier Clemente, los jugadores del Real Madrid también sudan y sufren, la camiseta no les hace de metal brillante. Conviene recordarlo. El Fly Emirates que portan en el pecho no les hace volar solos. El IPIC petrolífero que aporta tres millones anuales de patrocinio a la entidad no inyecta gasolina a los futbolistas. Los pupilos de Benítez ganan porque detrás hay cuatro meses de mucho trabajo. Conviene destacarlo. Para ser justos. Para que a muchos no se les note su postura. O su antimadridismo. O sencillamente su oposición a Florentino Pérez, que de eso también hay mucho.
En el club dicen que están tranquilos. Si les critican siendo líderes, si minusvaloran su fútbol y si menosprecian su esquema táctico, es que cabalgan bien. Es lo habitual. Conocen el paño. Les preocuparía más en la casa blanca que no les criticaran. Saben que el Real Madrid nunca deja indiferentes. Y cuando ganan, sus enemigos son casi más duros que cuando no consigue títulos. Ahora les pegan con fuerza: que si Keylor salva a una mala defensa (como si Navas no formara parte del sistema defensivo), que su fútbol no gusta, que Bale no rinde… “Cabalgamos”, subraya el Real Madrid.
Otros temas Tomás González-Martínel