Es un complejo abrumador. El que les provoca el Real Madrid. Cada vez que caen ante los blancos surge ese maricomplejín azulgrana que es sencillamente envidia. Y es sabido que la envidia es simplemente admiración ¿Qué sería del Barcelona y del barcelonismo sin el Real Madrid? No podrían vivir, se morirían de aburrimiento.
El barcelonismo, desde el entrenador a sus jugadores, siempre está llorando. Es un síntoma histórico de debilidad que renace en cuando deja de ganar. Los profesionales del club azulgrana siempre están intentando dejar claro que si pierden es porque el árbitro les perjudica.
Al Real Madrid se le exige siempre señorío, deportividad extrema, pero al Barcelona no se le exige ese comportamiento. En esa diferente barra externa de medir subyace la distinción entre uno y otro club. Al Real Madrid se le pide un comportamiento de altura de miras acorde a su historia. Al Barcelona, simplemente, no. Eso lo dice todo.
El mundo barcelonista se queja siempre del colegiado, en una protesta que se antoja provinciana, pueblerina, paleta, de complejo primitivo. Las protestas de Koeman contra el VAR significan un victimismo apoyado en una mentira.
Piqué secundó esas protestas. No hubo penalti de Mendy sobre Braithwaite y por eso el VAR no intervino. Y si el VAR no inerviene, Gil Manzano no puede pedirlo. Pero los profesionales del fútbol no se saben la normativa. Solo miran por sus intereses primarios, que son justificar las derrotas. Koeman utiliza la vieja escuela victimista del Barcelona.
Fue tal el mal comportamiento del Barcelona en el Di Stéfano que Sergio Ramos intervino para frenar el acoso de los azulgranas a Gil Manzano. Los jugadores de Koeman se enfrentaron al colegiado en el túnel del Di Stéfano con palabras altisonantes. Piqué fue amonestado por ello. Y los pupilos de Zidane están «hartos de que todos nuestros triunfos los pongan ellos en duda».
Los jugadores del Real Madrid estaban tan perplejos como molestos. «Una vez más, el Barcelona no sabe perder». Los pupilos de Zidane señalaban una realidad que les molesta: «Nunca pierden porque nosotros hemos ganado, si pierden es por el árbitro. Estamos hartos de que todos nuestros triunfos los pongan ellos en duda». Y los pusieron en duda Piqué, con su diálogo con Gil Manzano al final del partido, y todos sus compañeros, los que sí jugaron el clásico, que protestaron airadamente al colegiado en el campo, una actitud que se agravó en el túnel de los vestuarios del Di Stéfano. «Hubo palabras altisonantes y malas formas ante Gil Manzano», indican algunos de los presentes. «Hubo muy malas formas de algunos jugadores del Barcelona sobre el árbitro en el túnel de vestuarios», señalan algunos de los presentes.
Mientras Piqué bajaba al césped a dialogar con Gil Manzano y protestarle por no descontar más minutos, el otro gran capitán, Sergio Ramos, que tampoco jugó, tuvo que intervenir en los pasillos de los vestuarios del estadio Di Stéfano para frenar el acoso de los jugadores rivales sobre el colegiado. Unas actitudes que deberían ser sancionadas.
Gil Manzano expuso en su acta, en el apartado «Otras incidencias», que «el jugador Gerard Piqué fue amonestado por realizar observaciones de orden técnico una vez finalizado el encuentro y dentro del túnel de vestuarios». Naval, el delegado barcelonista, quiso frenar tanto las protestas de Piqué en el campo como las de sus compañeros en el túnel, pero no tuvo mucho éxito.
Los barcelonistas se quejaban a Gil Manzano por no señalar como penalti esa caída de Braithwaite en el área del Real Madrid, tras un leve agarrón de Mendy, y le criticaban también por no añadir un minuto más en el tiempo añadido. «El árbitro no señaló penalti porque no es penalti», indicó Zidane al preguntarle por la jugada en cuestión. El Real Madrid ganó de nuevo el clásico, pero el Barcelona también dejó, de nuevo y de nuevo sin razón alguna, la imagen de ayudas al conjunto blanco. Es lo suyo, lo del barcelonismo, dejar entrever que el Real Madrid nunca gana bien. Ya está bien de mentiras.
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