Clase, talento, regate, genialidad, impredecible. Lo auna todo en sus botas. Ceballos ha hecho lo lógico. Lo que haría cualquier futbolista de clase que tuviera la opción de fichar por un grande. El utrerano, el mejor tejeringo de Utrera, el mejor producto de la churrería familiar situada enfrente de los Salesianos, ha elegido firmar por el Real Madrid y descartar al Barcelona. Hay dos argumentos principales. El primero es que el club blanco se interesaba por su adquisición desde hace tres años y ya lo intentó hace dos. Y el segundo es que Dani Ceballos opina que Zidane es el mejor entrenador que puede tener para jugar habitualmente en un grande repleto de estrellas.
El Barcelona ha vuelto a hacer el ridículo. Lo demostró también con Asensio. Lo decimos con conocimiento de causa, no por el hecho de la elección de ambos magos del balón, sino por las formas del club azulgrana, que deberían exigir más dimisiones que la que forzó el adiós de Zubizarreta por el fichaje de Marco Asensio por el máximo enemigo. Vamos a relatar ambas situaciones para que constaten el ridículo barcelonista.
Asensio estuvo en La Masía varias veces en 2014, no en vano Miguel Ángel Nadal fue jugador del Barcelona, y el Mallorca no aceptó el traspaso porque la entidad azulgrana deseaba pagar a plazos poco más de dos millones de euros. Serra Ferrer, director deportivo del Betis, ya aconsejó en su día al Barça la adquisición del mediocampista mallorquín, pero Camp Barça estaba en encefalograma plano, centrado en Messi como única solución de su futuro. Así continúan.
Llegó el Real Madrid en diciembre de 2014 y abonó 3,9 millones de euros por Asensio. Aunque el jugador prefería el conjunto blanco, el Barcelona lo tuvo en su mano, cerca, ayudado por Serra Ferrer, que también ha sido un hombre muy importante en el Mallorca. El club catalán desperdició la gran oportunidad. Esto no habría pasado con Laporta.
El precio de aquella derrota fue la destitución de Zubizarreta, encubierta en unas declaraciones posteriores. No, desde el caso Asensio, el director deportivo estaba condenado. Le eligieron como patiteo feo del desastre. Y no era culpable. La culpa era del club, que no quería pagar un dinero que ahora lamentará de por vida. Como lamentarán de por via el fichaje de Ceballos por el máximo rival.
El caso Ceballos, cerrado ya con su rúbrica por el Real Madrid, ha consolidado la ridiculez de la política deportiva del Barcelona. El Real Madrid tenía todo atado con el jugador desde hace tiempo. Y el Barcelona, que no tiene captadores buenos para seleccionar futbolistas de futuro, se entrometió tarde en la operación ofreciendo más moro que oro. Quiso impedirla. Ceballos sabía que los dirigentes azulgranas no se habían interesado por él. Era una táctica para frenar el éxito madridista. Y no lo han frenado.
En las conversaciones de última hora, deprisa y corriendo, que el Barcelona mantuvo con el Betis por Dani Ceballos, el director deportivo verdiblanco, Serra Ferrer, soltó esta perla que lo explica todo: “Ya os avisé con Asensio”. Y ahora les vino a decir que ya os avisé también con Ceballos. El jugador ha fichado por el Real Madrid. Y la intromisión del club catalán no ha encarecido el precio, pues la cláusula era de 15 millones y el campeón de Europa tenía previsto abonar más dinero, organizar un traspaso, como hizo con Theo, para satisfacer mejor a todas las partes. Lo ha fichado por 16,5 millones, de los que 14,25 son para el Betis y 2,25 para el futbolista y sus apoderados. En el acuerdo de la cláusula, que eran 15 millones, 2,25 millones habrían sido para el jugador y el Betis solo habría cobrado 12,75. Ahora, la entidad sevillana percibe 14,25 y Ceballos y su agencia mantienen los 2,25. A eso se le llama generosidad.
Ahora, el Barcelona solo tiene como carta la renovación de Messi. Llevan años viviendo de Messi. No hay planificación, ni nada. Y el argentino ya no es suficiente. El Real Madrid ha ganado tres de las últimas cuatro Copas de Europa. Es campeón de Liga, de dos Mundiales de Clubes, de dos Supercopas de Europa. Y ahora aspira a seis títulos. Y Bartomeu, como si nada.
Mientras, la madre de Ceballos besa el crucifijo, como hizo hace dos años cuando su hijo debutó en el primer equipo verdiblanco con el número 46, el de Valentino Rossi. Besa el crucifijo de madera, dejando a un lado los churros, porque su hijo ha elegido al mejor. Y a Bartomeu le están poniendo la cruz. Y raya. Bien lo sabe Sostres.