Es el precio del éxito. El precio de sus extensas victorias. A usted, señor Casillas, le estaban esperando muchos. Le han llamado “topo” desde hace dos años y ya hemos comentado cien veces que ese apelativo nunca se lo quitará de encima. Usted lo sabe y carga con él cuando se pone bajo los palos. Ahora, usted juega bajo una presión casi insoportable. Y se le nota en los partidos. Es humano. Comete errores, como todos, que se deben más a esa situación que a su rendimiento físico o puramernte futbolístico.
No es fácil jugar en el Bernabéu cuando un sector mínimo de la afición grita “¡cuidado!”, con sorna, cada vez que usted controla el balón con un pie. Es duro realizar buenas paradas ante el Athletic y ser silbado en tu propia casa. Es desagradable ver cómo se olvida lo que usted que ha hecho en el Real Madrid. Quizá debió usted marcharse en julio, pero ya es agua pasada y es sencillo hablar desde esta tribuna, sin ser el afectado. La única realidad es que usted cometió un fallo con la selección española que se lo apuntarán los que le atacan desde el Bernabéu para volverle a pitar.
Ancelotti le mantendrá en la titularidad. El dilema es jugar en ese ambiente. Su próximo encuentro en Madrid será precisamente el clásico. Esperemos que esos críticos irredentos no le piten ante el Barcelona cada vez que controle un balón. Si asi sucediera, habrá que poner en duda su madridismo.
Otros temas Tomás González-Martínel