Es usted un obsesivo de la preparación física. Siempre delgado, fibroso, se cuida usted como deberían de hacer cientos de profesionales del fútbol, que no son tan espartanos como usted. Su competitividad es tan grande como su disciplina en la alimentación y en los entrenamientos. Me dice Carlo Ancelotti que usted tiene unas ansias de ganar desorbitadas. Es el jugador de mayor ambición de esta plantilla, dice su jefe, que ya es decir en un equipo donde milita Cristiano. Ahora entiende perfectamente su titularidad con el Real Madrid y con España durante tanto tiempo, porque usted es un futbolista ganador que sale al campo a comerse al mundo y a los rivales que le toca marcar. Su eficacia es similar a su entrega. Su rendimiento tiene parangón con su sacrificio.
Es usted, Arbeloa, un jugador que todos los técnicos querrían tener. Sucede como en el caso de Diego Costa, que hace un trabajo a veces sucio que un equipo necesita y otros no se atreven a realizar. A usted le ha tocado anular a los mejores delanteros del enemigo y lo ha hecho sin rechistar. Le pedían un fin, los medios los ponía usted. Y usted conseguía ese fin. Pero además, usted es rápido, sabe frenar a los adversarios, tiene recursos, posee experiencia y mide el tempo de cada situación y de los partidos. Para eso hay que saber mucho de fútbol y usted sabe.
Dicen que Del Bosque no le convocó ahora por mírame aquel pisotón a Diego Costa en el derbi copero del Bernabéu. Los que aseguran eso no tienen idea de los códigos de este deporte. Usted le pisó, sí, pero antes había recibido un empujón del nuevo delantero de España y eso no salió por la televisión. Son ustedes víctimas del objetivo de la caja tonta y usted debe tener cuidado, porque a usted le están esperando. A otros no se les sigue con detenimiento. Pero usted está marcado desde los duelos con el Barcelona en la era Mourinho. Y ese cartel no se lo quitará nunca.
Dicen que Del Bosque no le convocó esta vez porque jugadores de otros equipos, del Barcelona y el Atlético, no le quieren en la selección nacional. Reminiscencia de clásicos y derbis. Vicente no será tan simple. Sí cuenta con usted. Compite con Azpilicueta y Juanfran por la titularidad del lateral derecho de España. Ese es el quid de la cuestión. Usted, como Azpilicueta, también puede ser lateral izquierdo. Son polivalentes. Válidos y valientes. A usted no le gana nadie a valor.
Le ponen en duda ahora, cuando usted vive una segunda juventud. Pesa usted menos que antes, que ya era una sílfide, y corre tanto o más que cuando fichó por el Liverpool en la juventud. Paga usted más filias y fobias que rendimiento real. Lo sabe usted bien.
Carvajal lucha con usted por la titularidad del lateral derecho del Real Madrid. Algunos, que necesitan ser radicales para vivir en las tertulias, apuestan por el joven y ya le echan usted del once. Es lo fácil. No se preocupe. Carlo, que es quien sabe, cuenta con usted para siempre. Y ha provocado una competencia en el lado derecho de la retaguardia que desería emular en otros nueve puestos (la portería también vive el duelo perfecto).
Piensa usted que ese reparto de partidos con Carvajal le perjudica en su anhelo de estar en el Mundial. No es así. Juega usted cada siete días y se encontraba en perfectas condiciones hasta que esa fisura en una rótula le ha dejado de baja durante unas semanas. Volverá usted más descansado, perfecto para atacar los dos meses decisivos de la temporada, con tres títulos en litigio antes de iniciarse el camino de Brasil.
Le envío estar carta para que no vea cazas de brujas. Es usted competente, duro, eficaz. Es titular en el Madrid con Ancelotti, un entrenador que juega con diecisiete titulares, no once, de los que dos son laterales diestros. Y el seleccionador le tiene en cuenta en sus oraciones. Céntrese en lo suyo, como ya lo hace, y no piense en otras cosas. Más quisiera Ancelotti y otros muchos técnicos tener en sus plantillas a cinco Arbeloas. Lo demás son pisadas fuera del camino. Es usted carne de polémica periodística en radios y televisiones porque su forma de rendir se presta a ello. Le piden que un futbolista enemigo no juegue y usted no le deja jugar. Le muerde. Y luego le dicen que no muerda tan fuerte. Hipócritas. El fútbol es para listos y algunos quieren que parezcan tontos.
Otros temas Tomás González-Martínel