Benzema, el cambio hacia la perfección. Esas palabras definen su trabajo desde hace tres años. Llegó al primer día de esta pretemporada de Zidane en plena forma. En 2017 decidió cambiar los métodos de entrenamiento y perdió cinco kilos para siempre con unas técnicas adquiridas del boxeo. La estabilidad en su vida privada ha sido el otro punto cardinal de la revolución interna del ariete del Real Madrid. Se casó con Cora Gauthier hace tres años y tuvo un hijo, Ibrahim. Tiene también una hija, Melia, cuya madre es Chloé de Launay. El matrimonio con Cora desveló otra verdad. La madurez del futbolista como persona. Hoy, a los 32 años, Karim Benzema busca la perfección en el césped. Esta es la raíz, el principio y el final de su todo. Busca encontrarse en una forma inmejorable que le permita jugar lo mejor y el mayor tiempo posible. Es un camino que inició, sin opción de regreso, el verano pasado.
El delantero centro del campeón de Liga ha llegado en un estado de forma magnífico. No desveló ni un resuello a destiempo en las palizas a las que Zinedine ha sometido al grupo. Pese a su perfil de jugador de seda, se entrena como un guerrillero. Todo le parece poco en el campo. Cuando muchos no pueden más, el «nueve» sigue al trote con la cabeza alta. Sea por lo que sea, se ha convertido en un tipo que lo aguanta todo. Quizá porque a base de palos se ha hecho mucho más fuerte.
Benzema se ha agarrado a una meta, ser de acero en los tres años que él calibra que le restan en la élite. Ya la temporada pasada analizó con serenidad que su sueño del fútbol tiene fecha de caducidad y piensa que esa fecha se encuentra no muy lejos. Quiere hacerlo perfecto todo desde aquí hasta su retirada. Se ha trazado ese objetivo.
Estabilizado definitivamente en su vida familiar, no quiere oír hablar de una noche con sus amigos o de un solo día sin estar a tope físicamente. Lleva un año vigilando, analizando y pesando cada alimento que toma, cada líquido que bebe. Se ha rodeado de los mejores especialistas físicos, no solo en Valdebebas, sino fuera. Por ejemplo, con Gregory Choplin, campeón del mundo de Muay Thai, con quien trabajo hace un año en Miami. Y siempre, siempre, se lleva deberes a casa, deberes que él mismo se impone.
Del «crossfit» al «cupping». Hace tres años varió sus entrenamientos personales fuera del trabajo físico con el Real Madrid. Porque su dedicación a encontrar la perfección supone que se ejercite por las tardes en su casa o en un sitio privado, tras la sesión matinal con su club. «Hace dos sesiones, una en Valdebebas y otra por su cuenta y cuando viajábamos acudía al gimnasio del hotel», señala un profesional de la entidad.
Aprendió formas de modular el cuerpo que aplican los boxeadores. Realiza «crossfit» y trabaja periódicamente con mancuernas, con las kettlebell, hace barra y boxea. El reto de esa diferente forma de trabajar perseguía el reto de eliminar grasa y transformar parte de los músculos en fibras. El «crossfit» acelera el metabolismo. Karim consiguió su meta. Así perdió esos cinco kilos.
Prueba todos los métodos físicos que le proponen y ahora se somete a la recuperación con ventosas, el «cupping», una técnica que alivia el dolor y elimina la fatiga, utilizada por Michael Phelps. Benzema se coloca las ventosas en el cuello y la espalda.
Su cambio radical de vida comenzó a fraguarse hace dos años, cuando Cristiano se marchó. El francés acudió al despacho del entrenador para decir que él cogía el testigo de la responsabilidad del equipo. El reto de estas dos temporadas en las que ha trabajado su cuerpo tenía unos fines específicos a su posición como futbolista. Necesitaba ser un ariete más rápido, con menos peso.
La vigilancia estricta de la comida es el tercer secreto. Sus alimentos van acordes a esa preparación física que ha creado más fibra. El resultado de toda esta dedicación es que ha marcado 27 y 30 goles en las dos últimas campañas. En las dos anteriores anotó 12 y 19. Los números no engañan. Es el ejemplo para Zidane. Perdió kilos y estabilizó su vida para intentar llegar al «10» como futbolista.