Cuando la afición del Bernabéu se pone tontuna, es insoportable. Es como el flanco del siete en Las Ventas, que se creen los sabios del toreo cuando los verdaderos Cossíos del toro están en La Maestranza, con menos dinero y menos soberbia. Lo mismo sucede con los seguidores del Real Madrid. Probablemente se encuentren influidos por la presión de un sector mediático, que ha criticado a Benítez desde antes de llegar al club sin saberse por qué. Es insólito que un madridista de verdad como el actual entrenador blanco haya sido acosado desde el principio como si sus orígenes fueran azulgranas. Deberían mirárselo esto los incondicionales merengues, que está muy condicionados con este entrenador. Me parece que en el madridismo hay mucho seguidor de pacotilla. Ningún equipo juega con peor ambiente en su campo que el Madrid. Es poco entendible que haya gente que vaya a un estadio enfadado o predispuestos a enfadarse. Hay psiquiatras que pueden curar esto, aunque posiblemente sean del Barcelona. Pero es incomprensible ir cabreado a presenciar un presunto espectáculo de fútbol que al final se queda en espectáculo de pitos y graderío. Lo lógico, en ese caso, es no ir al campo y marcharse al cine a divertirse.
La idiotez ha llegado al extremo de que Benítez será mejor por el público de su rival, el Valencia, que por sus propios simpatizantes que se dicen madridistas. Y miren que ser bien recibido en Mestalla tiene mérito, porque aquel estadio también es de traca. El entrenador será aplaudido en Valencia y tendrá una pancarta bien precisa que expresará dos palabras perfectas: Siempre agradecidos. Las dos palabras serán acompañadas por imágenes dibujadas de las dos Ligas y la Copa de la UEFA que el madrileño festejó con el conjunto blanquinegro. Mientras en el Bernabéu le silban, en Mestalla le alaban. Los presumibles seguidores del Madrid, que ya lo dudo que lo sean, deberían mirarse el ombligo. Valencia les va a dar una lección.
Hay una realidad cierta: juzguen al entrenador al final de temporada. El propio Benítez iba a ser echado en el Valencia en diciembre de 2001 y, tras superar el gong final con una victoria por 2-3 en campo del Español, cuando estaba despedido en el descanso al ir perdiendo por 2-1, le permitió seguir y ganar la Liga en mayo de 2002. Fue el preludio de cuatro años de gloria.
Benítez, madridista, madrileño, no puede ser profeta en su tierra blanca. Esto ya no es un dilema madridista, sino muy español: criticar a los tuyos, a los más cercanos. La envidia, es verdad, es un problema de enfermedad nacional. Como dice Carlos Herrera, en España hay más envidiosos, más tontos, que botellines.
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