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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Adiós a Luis Gómez-Montejano, un genio que ejerció de madridista de calle para ganarse al pueblo

Tomás González-Martínel

Adiós amigo. Adiós, genio. Adiós, creador. Adiós, icono del talento empresarial. Adios, enfermo de madridismo. Luis Gómez-Montejano ha trabajado mucho, demasiado, y esa dedicación no le impedía reconocer esta aseveración cuando la conversación tornaba íntima: «El trabajo me ha permitido vivir también mucho». Una forma de saber vivir que fue paralela a su genialidad para los negocios, a su intuición para la inversión, a su fidelidad con amigos como Florentino Pérez y Gumersindo «Chindo» Santamaría y a una enfermedad incurable que él hizo bonita con orgullo. «Soy madridista desde que tengo uso de razón». Nacido en 1922, se hizo socio en 1957.
Su buena imagen personal, impresionante siempre, le permitió ser actor extra en algunas películas de Jorge Negrete. Conoció a Florentino Pérez . Y fue fiel a él hasta el pasado domingo. Ha estado al lado del presidente del Real Madrid desde que presentó por vez primera su candidatura al cargo en 1995. Directivo del club desde el año 2.000, lo ha sido hasta su muerte. Presidió su amado equipo entre el 26 de abril y el 2 de julio de 200 6, cuando la dimisión de Fernando Martín abrió el proceso electoral ganado por Ramón Calderón. Decimos su «amado equipo» porque en el caso de Luis estas palabras son más ciertas que nunca. No estuvo ahí para figurar en el palco y presumir. «Se dedicó al Real Madrid toda su vida», manifiestan sus compañeros de Junta directiva. «Soy peñista de vocación», nos dijo por última vez antes de un clásico.
Enamorado de la pasión que los peñistas de todo el mundo sentían por el club, Luis les rendía homenaje. Era uno de ellos. Se recorría todas las peñas blancas de España y algunas allende la frontera. «Chindo» lo sabe bien. Había jornadas en las que hacía mil quinientos kilómetros y visitaba cuatro sedes. Eso es querer a un club. Hacia patria madridista. Un genio como Luis se reunía con el pueblo llano para hacer madridismo de calle. Se preguntarán ustedes cómo podía triunfar en los negocios con esa entrega total al equipo de sus amores. Porque su capacidad de trabajo era infinita. Disfrutaba con él, no era un sacrificio. Era su vida. Comenzó su carrera en negocios de hostelería y como empleado del Banco Central. Pero el sillón de la mesa en el banco no era lo suyo. Y Luis se hizo a sí mismo.
Empezó a comprar suelo. Se convirtió en pionero en España al comprar camiones para trasladar los escombros de las grandes obras cuando en nuestro país se hacía con carros y mulas. Se forjaba un gran empresario.Creó el grupo de empresas Montejano. Invirtió en estaciones de servicio. Y entre mil horas de reuniones y decisiones importantes sacaba tiempo para viajar por las peñas del Real Madrid por toda España y trabajar en el club.
Con 94 años, con la salud torcida como un borceguí cambiado de pie, intentó volar a Japón en diciembre para vivir en directo la victoria en el reciente Mundial de Clubes. En su casa no se veía televisión, había canal del Real Madrid. Ha muerto rodeado de sus cuatro hijos, de sus nueve nietos y de biznietos. De muchos amigos. Adiós presidente. Adiós peñista. Ellas, las peñas, te echarán de menos. Y Florentino. Y Gumersindo. Nosotros también. Subes al cielo para ver a tus ídolos de siempre, a Di Stéfano, a Ciriaco, a Ricaro Zamora, a Quincoces. Y organizarás reuniones con las peñas en el cielo. No cambiarás.

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