Es alucinante. Nunca un penalti que lo fue ha provocado tanta campaña en contra. Está claro que todo ha sido orquestado. Los futbolistas de la Juventus, que pueden ser sancionados duramente por la UEFA ante su nefasto comportamiento navajero en el Bernabéu, estallaron frente al árbitro porque dolía mucho que su proeza histórica de igualar un 0-3 en campo del Real tuviera un final infeliz por culpa de la actitud ganadora de los blancos, quienes dominaron todo el segundo tiempo para marcar gol y por fin llegó el premio en un penalti muy claro que, si Benatia no lo comete, habría permitido a Lucas fusilar a Buffon. El Madrid mereció mucho más y se enfrentó a un equipo que, como la Roma ante el Barcelona, golpeó tres veces con esa eficacia que solo los clubes italianos exhiben.
El campeón de Europa de los dos últimos años mandó en el encuentro, tuvo muchas ocasiones y no acertó. Nada que ver con el Barcelona, dominado y vapuleado en Romas sin crear ni una sola oportunidad. Al final anotó un gol en un penalti de reglamento, de esos que deben emitirse por vídeo a los árbitros jóvenes para decir lo que es una pena máxima y señalarla. Pero las protestas de los juventinos, comprensibles por ver destrozada su gesta histórica, que nadie había hecho en sesena y cuatro años de la Copa de Europa, se han visto apoyadas por varios personajes irreconciliables, imposiblers de reunir, pero que cada uno por su lado son un espectáculo en sí mismo.
El primero es Guardiola, el Mourinho español (su DNI y hasta su pasaporte es español, y no precisamente amarillo), que huele a antimadridismo en cada uno de sus alientos bucales y vocales. Nada nuevo bajo el sol que allí, en Manchester, no ve y eso le agrieta el carácter hasta convertirlo en una pantomima de Mou con lazo amarillo. A Mourinho le molestan los malos imitadores y le pide que por favor que se quite el lazo y no haga política aprovechando la Premier para publicitar a los golpistas, ante la aquiescencia de Gran Bretaña, que tiene problemas gruesos con Escocia y Gales.
El segundo personaje variopinto, y bien pintarrajeado en un cuerpo contaminado de tinta, es Arturo Vidal, el bocazas al que su lesión ha callado (en boca cerrada no entran ni mocas ni artroscopias). Decimos que Vidal es un bocazas porque echa espuma por ella desde que comprobó que el Real Madrid no le fichaba hace dos años, como esperaba. Su decepción fue, es, tal que odia al Real Madrid. Y la eliminación del año pasado, en la que fue expulsado por su dureza habitual, agravó su sentimiento. Hizo gestos de desprecio cuando Oliver pitó el penalti cometido por Benatia a Lucas. Dijo “¡carajo!” cuando el sorteo designó al Madrid como su enemigo, como él quería. Y su lesión le ha eliminado del duelo. Hay que hablar menos, especialmente antes de los paridos. Y respetar, cosa que Vidal no ha hecho en su vida en el mundo del fútbol, pues toda su carrera se ha basado en su dureza, vecina de la violencia, siempre pasado de revoluciones, en sus piernas y en su cabeza.
Para colmo, el payaso Maradona se subió el tren de la polémica para mantener su caché televisivo y salió con su panza de Sancho en su piscina, como si fuera Jesús Gil y las mamachichos en Telecinco, para decir que no fue penalti.
Miren, la verdad, yo cambiaría cualquier opinión de cualquier cosa si coincidiera con Diego Armando. Mejor que no. Miren como Buffon y Allegri ya han dicho que el penalti es dudoso. Ya no dicen que no lo fuera, sino que era una decisión muy drástica en el último minuto del encuentro. Lo dicen porque concordar con Maradona es para hacerse un escáner cerebral y un análisis de sangre. es peligrosos. Yo les diría a Guardiola y Arturo Vidal que dijeran que es penalti, porque sumarse al mismo grupo que Maradona da urticaria mental. Porque nunca les he escuchado a Guardioa, a Buffon, a Vidal y a Allegri decir que Maradona no tiene derecho a ser escuchado en ningún ámbito, no por haber sido un drogadicto denunciado y sancionado, sino porque cometió el mayor robo de la historia del fútbol, un gol con la mano que eliminó a Inglaterra de un Mundial, el de México 86, que Argentina ganó con trampas. y a Maradona no le he escuchado nunca pedir perdón ni reconocer que es un individuo antideportivo, porque intentó rendir más con drogas y con goles con la mano para falsear la mayor competición mundial. Lo peor es que la FIFA no intervino nunca de oficio y no le sancionó con la imposibilidad de disputar el siguiente Mundial, el de Italia 90.
Ramos lidera al equipo para no entre en polémicas. Zidane también ha denunciado el antimadridismo latente y ha dicho que la mayoría de los aficionados al fútbol del mundo son madridistas. Y es verdad. Pero la presión general contra el campeón de Europa la aprovecha el Bayern para caldear el ambiente y poner a los árbitros de la eliminatoria de no pitar a favor del Real Madrid en caso de duda. El campeón sí que va a jugar las semifinales contra doce, no la Juventus. Alucinante. Y todo, por un penalti que lo fue.
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