Vaya por delante mis felicitaciones a los organizadores del acto central del Día de las Fuerzas Armadas en Valladolid. Sin ánimo de adular (es decir, ser pelota), enhorabuena… porque la empresa no era fácil.
DEMASIADOS EQUILIBRIOS HABÍA QUE MANTENER: el Presupuesto un 85% mas bajo (200.000 euros en total, que de ellos imagino que los siete cazas de la Patrulla Águila consumirían gran parte), la logística propia en un entorno cerrado pero inmejorable como la Plaza Mayor de Valladolid, el momentum político-económico, Su Majestad el Rey recuperándose de la operación, la posterior recepción austera pero digna y, por su puesto, que el acto que homenajea a nuestras Fuerzas Armadas y Caídos (¡¡¡¡¡¡¡¡desde 1978 se realiza según un Real Decreto Ley, que nadie se crea que esto es cosa de fachas!!!!!!!!!) guardase toda su esencia.
Pues se consiguió mantener ese equilibrio perfecto. Y SIN DISPENDIOS INNECESARIOS como los del pasado año en Málaga, donde se gastaron 1,3 millones de euros en una exhibición por Tierra, Mar y Aire. Lógicamente el Difas de Málaga fue disfrutado por los que asistieron, que muy contentos quedarían con la exhibición. Aquello fue disparar con pólvora del Rey. Aquellos eran políticos previsores.
Dicho esto. Volvemos a Valladolid. Fenomenal el acto. Con el rigor y la seriedad propia del vallisoletano. EL MOMENTO CUMBRE: los honores a los 14 fallecidos en acto de servicio con los acordes de “La muerte no es el final” (una pena que no se cantase). También, cómo no, el homenaje a la Bandera.
Un amigo de la ciudad fundada por el conde Ansúrez ya me previno sobre que no esperásemos grandes alaracas y constantes “¡Viva!”. Allí el silencio y el respeto son normas. Y así fue: los aplausos en el momento justo para el Rey y los militares. Rigor castellano. Un acto como debía ser.
¿QUÉ SE PUEDE MEJORAR? Quizás producto del presupuesto escaso no se colocaron un par de grandes pantallas para que los aproximados 3.000 personas pudieran seguir el acto, lo que habría permitido seguir mejor a las personas que se encontraban detrás.
Algo que tampoco me gustó es que se colocasen “VALLAS” para que la gente permaneciera en su sitio, como parte del dispositivo de seguridad: ¿No podría utilizarse un par de buenos cordeles y pequeños postes de madera o engalanar esas vallas con banderas de España para que no se tuviese la sensación de estabulación? Por cierto, menos mal que el tiempo acompañó (ni llovió ni hizo 30 y pico grados), si no… podía haber habido más problemas organizativos de los previstos.
Dichas estas dos salvedades, nimias pero que había que advertirlas como mero observador y seguramente condicionadas por el rigor presupuestario, mi más sincera ENHORABUENA a los organizadores y a la ciudad de Valladolid. Espléndidamente engalanada y ambientada para la ocasión con concierto militar en la Academia de Caballería y otras actividades paralelas como pasacalles. ¡Vaya ambientazo! VALLADOLID no defraudó.
También es necesario AGRADECER A LAS EMPRESAS que ofrecieron la materia prima de la sencilla recepción posterior en el marco incomparable del Palacio Real de la plaza San Pablo. ¡Frente al mismísimo lugar de nacimiento de Felipe II! Si quieren una gran lección de Historia, pásense por “Pucela”… la ciudad sin puerto donde falleció el marino de marinos Cristóbal Colón.
Por cierto, ¿qué empresas estuvieron detrás del ágape? Las denominaciones de origen Rueda, Toro, Cigales, Ribera de Duero; Quesos Entrepinares, Pan de Valladolid y Cárnicas Poniente. Gracias, Valladolid.
Otros temas Esteban Villarejoel