Dedicar este comentario a un monumento cuando se cifran en 100.000 las muertes de la guerra civil de Siria me parece, cuanto menos, indecente. Las vidas humanas, como siempre, es lo primero. Y en el callejón sin salida en el que se encuentra ese conflicto -que parece calcar esquemas clásicos de la Guerra Fría- lo de menos, dirán muchos, es el Patrimonio Cultural del país.
Pero como llorar las muertes se hace todo los días desde el confortable sofá de casa -es decir, parece importarnos un comino y parece ser que la comunidad internacional quiere o puede hacer poco, por ahora, en Siria- hoy quiero poner el acento en eso que me llevó hace tres veranos a Siria: Crac de los Caballeros (Crac des Chevaliers), la imponente fortaleza cruzada construida en los siglos XII y XIII y que se convirtió en la mayor fortificación militar cristiana en Tierra Santa.
Precisamente estos últimos días hemos conocido la noticia de los más que probables daños causados en Crac de los Caballeros y el Castillos de Saladino tras unos bombardeos para reducir a los rebeldes sirios de la provincia de Homs, donde se ubica la increíble construcción militar que sirve de refugio en el conflicto.
Así al menos informaba la agencia de noticias AFP sobre la existencia de un vídeo que revelaba los daños causados:
“Voici les destructions provoquées par le raid aérien lancé par un MiG”, dice el supuesto rebelde sirio recogido por la agencia francesa
La UNESCO el pasado martes también puso el grito en el cielo en un comunicado en el que condenaba estos ataques al complejo de Krak de los Caballeros, formado por dos castillos unidos por una pasarela. Su directora general, Irina Bokova, urgió a las partes al cese de las hostilidades y la destrucción de un patrimonio cultural que es herencia para las próximas generaciones (esperemos que sin guerras). También recordó la legislación internacional vigente –Convención de La Haya, 1954– sobre protección de patrimonio cultural durante un conflicto armado.
El pasado mes de junio, el Comité del Patrimonio Mundial inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro los seis emplazamientos sirios considerados patrimonio mundial: Crac de los Caballeros y el Castillo de Saladino (también dañado en el mismo complejo), los cascos antiguos de Alepo, Damasco y Bosra, las ciudades antiguas del norte sirio y la ensoñadora Palmira.
Los miembros del Comité instaron entonces a «evitar cualquier acción» que pudiese causar más daños en los bienes culturales sirios, así como a «cumplir las obligaciones» que marca la legislación internacional.
Lo reconozco, hace tres años paseando plácidamente por los vericuetos laberintos y piedras blancas de Crac de los Caballeros -así como por Palmira, Alepo o Damasco- nada hacía prever un conflicto civil armado en Siria, donde el país era una balsa de aceite. Incluso para el turista que traspasaba la frontera del más alocado Líbano. Pero estalló la mecha de la Primavera Árabe en diciembre de ese año… y ya sabemos donde nos encontramos ahora.
100.000 muertos lleva ya el conflicto que alcanza los dos años y medio con un punto de no retorno y/o avance. Es ese el dato más estremecedor, pero como las cifras y los muertos nos suelen importar poco (o nada), a ver si al menos viendo monumentos en peligro nos sensibilizamos un poco (como cuando a los talibanes les dio por bombardear los Budas gigantes de Bamiyán)
Aquí, otros de los monumentos en riesgo en Siria:
InternacionalOtros temas Esteban Villarejoel