Un grupo de 27 personas de nacionalidad española (13 militares y 14 científicos) cooperan desde hace tres meses con un fin común en la Antártida: desarrollar 16 proyectos de investigación financiados por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad. ¿El escenario? Una vez más, la base militar Gabriel de Castilla que gestiona el Ejército de Tierra en la isla Decepción. La labor militar se hace indispensable para la apertura de la base y el normal funcionamiento de la misma, imperando en sus instalaciones el código de conducta científica.
Hasta aquí, todo normal como cada año desde 1988. Es la conocida como Campaña Antártica. Todo normal… hasta que aconteció la tensa situación: fue el 23 de febrero cuando la científica recién llegada Conxita Ávila Escartín -investigadora principal del proyecto Bluebio de la Universidad de Barcelona- apareció “en las zonas comunes de la reducida base, en los módulos de vida y en el mismo laboratorio científico con un lazo amarillo y un pin con una bandera estelada”, la independentista catalana.
Conxita Ávila Escartín llegó a la base el día anterior y como todos los “inquilinos” fue informada del obligado cumplimiento de la norma de activación de la base incluyendo lo referido al código de conducta.
Tras cinco días de estancia, y viendo que la “provocación” de la investigadora de la Universidad de Barcelona persistía, el comandante jefe de la base, Valentín Beneitez, le comunicó verbalmente y en presencia de otra científica de la Universidad de Cádiz y el jefe militar de logística que, “por favor, no llevase puesto a la vista ni el lazo ni la estelada por constituir una continua manifestación política contraria al mencionado código de conducta, así como contraria a la estricta neutralidad política que se le debe exigir a una instalación gestionada por el Ejército de Tierra”, según consta en el informe del 11 de marzo realizado por el comandante jefe de la base y al que ha tenido acceso ABC.
A esta petición, realizada dentro del sentido común de las normas de convivencia de este tipo de misiones, Conxita [sic] hizo de nuevo caso omiso: “Dicha conducta ha alterado la normal convivencia de la base siendo todos, científicos y militares, conscientes de la continua provocación que supone mostrar los mencionados símbolos políticos, si bien, no se ha producido ninguna situación grave de convivencia”, destaca el citado informe.
¿QUÉ DICE EL CÓDIGO?
El código de conducta aprobado por la División de Operaciones del Ejército de Tierra, y al cual deben acogerse todos los participantes de la Campaña Antártica (civiles y militares) y difundida en la página web del Comité Polar Español señala como “conducta intolerable”: “Emitir manifiesta y públicamente expresiones contrarias, realizar actos irrespetuosos o adoptar actitud de menosprecio hacia la Constitución, la Corona y demás órganos, instituciones o poderes del Estado; la Bandera, Escudo o Himno nacionales; las Comunidades Autónomas, Ciudades con Estatuto de Autonomía o Administraciones Locales y sus símbolos; las personas y autoridades que las representan, así como las de otras naciones u organizaciones internacionales”.
Por este motivo, y para evitar que en futuras campañas científicas en la Antártida vuelvan a sucederse situaciones similares, el Ejército ha enviado una notificación al Comité Polar Español para que tome las medidas oportunas “para que los citados incumplimientos del Código de Conducta de la Base no puedan repetirse en próximas campañas”. También ha sido informada la cadena de mando del Ejército de Tierra.
El Comité Polar Español fue creado en 1998 con el fin de coordinar los protocolos que rigen en la campaña, siendo dependiente del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
REGRESO EL 1 DE ABRIL
La XXXI Campaña Antártica de este año acoge proyectos científicos financiados con dinero público del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, el Instituto Geológico y Minero de España, la Universidad Ramón Llull, la Universidad de Alcalá de Henares, la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto de Diagnóstico Ambiental y de Estudios del Agua, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Oviedo, el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, la Universidad de Granada, el Centro de Astrobiología, el Instituto Hidrográfico de La Marina y la Universidad de Barcelona, a la que pertenece la investigadora responsable del mal ambiente vivido este año, Conxita Ávila Escartín.
Los investigadores y militares aún se encuentran en la Antártida, apurando sus últimos días de convivencia y trabajos científicos. Aunque Conxita Ávila se fue el domingo pasado tras haber acabado su trabajo. Según lo planificado por el Ejército de Tierra, el regreso de toda la expedición tendrá lugar el 1 de abril.
Además de los investigadores de la base militar Gabriel de Castilla, España participa con otros proyectos en la base Juan Carlos I (isla Livingston) y con el buque militar de investigación oceanográfica Hespérides, en el que el pasado 2 de marzo falleció el capitán de fragata Javier Montojo al caerse por la borda.
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