
‘The View’ es una patata, por mucha Barbara Walters o mucha Whoopi Goldberg. Por mucho que al programa matinal de la ABC hayan ido hasta los Obama. Pero es verdad que hay un guión que puede hacer brillante incluso a Elizabeth Hasselbeck (delirantes las razones que dio para dejar el programa). ‘Hable con ellas’, pese al tÃtulo almodovariano, tira de la idea serrallo de ‘The View’ para hacer un ‘late’ (una lata). Aquà ya hemos tenido otros gineceos televisivos. Por ejemplo, ‘Grandiosas’ (Rosa VillacastÃn, Lolita y Belinda Washington) o ‘Fresa ácida’ (Carmen Alcayde, Adriana Abenia y Cinta Méndez). El primero duró cuatro semanas; el segundo, siete. Al estreno de Telecinco le fue bien (17,7 por ciento de cuota de pantalla). Digamos que es mejor que esas otras experiencias alucinógenas. HabÃa una vaca y Celia Villalobos.
No hay mucha novedad. Es visualmente atractivo y juega con las multipantallas, como ‘Alaska y Coronas’. Yolanda Ramos sigue siendo lo mejor de cualquier programa en el que participa (de ‘Homo Zapping’ a cuando leÃa aquellos mensajes que insultaban a Wyoming). Y es lo mejor también improvisando. “Hago Kick Boxingâ€, dice Hiba Abouk. “Yo Karate Kidâ€, salta Yolanda. Y ese “¡Ay, que viene!â€, dirigido a Villalobos cuando esta, inopinadamente, se movió de sitio fue graciosÃsimo. Aunque para graciosa Beatriz Montañez, con su intensidad periodÃstica. Dice que hace nueve años que no ve la televisión, que es como si un escritor dijera que no lee. También debe de llevar nueve años sin echar un vistazo a revistas de moda. Las trenzas y el chándal de Spice Girl eran muy grandes. Sandra Barneda es la jefa de la manada y Natalia Millán da la impresión de estar tan cómoda como en lo de los trampolines. Dio muestras de buen gusto musical cuando dijo que habÃan recibido un mensaje “del gran Paco Alborán†(qué sabrÃa ella quién era ese Paco o Pablo). Ah, y queda Alyson Rae Eckman, una mezcla bodoque y alborotada entre Patricia Conde y la Kim del ‘Un, dos, tres’ que a las dos y media ordeñó la vaca. Más les vale ordenar el programa y al serrallo. Y sin esos gritos del director.
(Con todo, lo peor fue la utilización del palabro “rederos”)
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