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“¿Qué es un fin de semana?”

Rosa Belmonte el

 

 

La audiencia de Downton Abbey es uno de los mayores shocks de los últimos tiempos en la tele. Han sido demasiados años vagabundeando por ahí para poder ver las series que los británicos seguían haciendo y disfrutando (a la vez que Gran Hermano, que se puede tener todo). La cosa iría desde el Orgullo y Prejuicio de Colin Firth al Cranford de Judi Dench (y Francesca Annis), pasando por Lost in Austen. Y ahora hasta nos van a comprar el nuevo Arriba y abajo, que perdió cuando se emitió a la vez que Downton Abbey. Como no me quiero repetir voy a reproducir el artículo que escribí para el suplemento Pantalla:

 

¿Qué es un fin de semana?

No aguantó mucho Esperanza Aguirre para revelar a qué serie se había enganchado durante su postoperatorio: Downton Abbey. Al principio no quiso decir cuál era “para no molestar a otras cadenas”. Debía de saber que la iba a emitir Antena 3 porque desde luego no la vio en Antena 3 ya que todavía no se había estrenado. Esperanza es perfectamente capaz de disfrutarla en DVD o Blu Ray sin subtítulos (apreciando lo mucho que se dice “indeed”), no hacía falta que se la bajara. A nadie extraña que Aguirre se haya enganchado a la miniserie británica de la ITV porque está hecha para enganchar. Desde el primer capítulo. Con todos los clichés del mundo, vale, pero tan bien armada que una se queda prendada de amos y sirvientes y, sobre todo, de Maggie Smith. De su presencia, de sus frases (“Nadie quiere besar a una chica de negro” o  “No podría tener electricidad en la casa. No pegaría un ojo con todos esos vapores a mi alrededor” o “¿Qué es un fin de semana?”). Pero las grandes frases no son sólo patrimonio de la gran Smith. “Dios, estás prendiendo un fuego, no inventándolo”, suelta la señora Hughes, el ama de llaves, a la nueva sirvienta . La señora Hughes, por cierto, interpretada por Phyllis Logan, a la que conocíamos de Lovejoy, donde era Lady Jane Felsham (entonces estaba arriba). Pero hay más líneas de diálogo reseñables, como cuando el empleado relegado por el ayuda de cámara cojo dice: “No puedo creer que me hayan desplazado por Long John Silver”. Un no parar de ‘british wit’.

El guionista Julian Followes, que no es tonto, ha partido para Downton Abbey de su Gosford Park pero dándole unos pintorescos y resultones toques telenovelescos. Es mucho más fácil de ver que Cranford o que Middlemarch, claro. Tenemos por un lado el gran referente en el negociado que es Arriba y abajo (el negociado, claro, es el de las vidas paralelas de señores y sirvientes). Y, además, compartiendo momento histórico. Si Downton Abbey empieza con el hundimiento del Titanic, hay que recordar que Lady Marjorie Bellamy muere en el Titanic. Pero la muy televisiva y teatral (de Estudio 1) puesta en escena de Arriba y abajo (o de Yo Claudio) es aquí más cinematográfica y acorde con las actuales tragaderas del espectador, más reacio a la profundidad y más favorable al bonito paquete. Los primeros minutos del primer capítulo te transportan a lugares conocidos: a Arriba y abajo, a Retorno a Brideshead, a Lo que queda del día (ese planchado de periódicos), a Sentido y sensibilidad (por la herencia de las mujeres), a las novelas de Nancy Mitford, a las de Richmal Crompton… A todo lo que hace atractiva la vieja Inglaterra en la cultura popular. Pero el movimiento de cámara inicial por los corredores de la mansión también recuerda los de El ala oeste. ¿Qué más queremos? Bueno, que el ejemplo de Antena 3 cunda. Acabo con una línea de diálogo entre Maggie Smith, su nieta y su nuera americana:

Lady Grantham: ¿Por qué querrías ir a una escuela? No eres la hija de un médico.

Sybil: Nadie aprende nada de una institutriz aparte de francés y a hacer reverencias.

Lady Grantham: ¿Y qué más necesitas? ¿Estás pensando trabajar en un banco?

Cora: Las cosas son distintas en América.

Lady Grantham: Lo sé. Allí viven en tiendas.

 

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