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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Los pajaritos le han picado la cara

Rosa Belmonte el


Viendo Sábado Dolce Vita (según Patricia), lo que viene a ser el former Salsa Rosa (según Ángel), una comprueba que es a la vez dos tipos de telespectador (también pasa con el Tomate, claro). Por un lado, el telespectador que se indigna y, por otro, el telespectador que se parte de risa. Es como formar parte a la vez de los apocalípticos y los integrados de Umberto Eco, porque nada es del todo blanco o negro. De los apocalípticos, porque sólo ves todo lo bajo que se puede caer haciendo televisión. De los integrados, por observar de forma distanciada y optimista lo que no es nada más que un divertimento al que los participantes se prestan. Ejemplo de lo primero, ese momento en que el sanedrín critica a la familia de Juan de la Rosa. No se puede pontificar sobre si la familia se ha portado mal cuando no tienes ni idea (así, de qué quería el propio enfermo). Y si la tuvieras, sería igual de baboso todo. En este caso, pondría yo de fondo la voz de la Pantoja con aquello de “dejad en paz a las familias”. Ejemplo de lo segundo, María Jesús, su acordeón y su presunta operación de cirugía estética. Los pajaritos le han picado la cara.


 Previamente la habían mostrado de espaldas con un letrero de esos de ¿quién será la famosa…? Luego empezó a hablar sin salir en pantalla y, finalmente… menuda birria de operación, tía, ¿es que no tienes espejos? Pobre María Jesús. Le ha cambiado la expresión de los ojos pero la cara la tenía como si se la hubieran embadurnado de arcilla y se le hubiera secado para salir al aire. Dice que lo ha hecho por su público (?). Tenía el cutis como si acabara de escaparse del Sangri La de Horizontes perdidos (debo de ser disléxica de horizontes porque igual que para distinguir la izquierda y la derecha tengo una gran dificultad a la hora de separar horizontes lejanos y perdidos; con los de grandeza, desde luego, no tengo ningún problema). Y los sms eran todos iguales, que si estás peor, que menuda mierda de cirugía. Y ella hablando de que cuando ordeñaba las vacas, en realidad iba sin arreglar. Y la Yagüe, que, pese a ser la más lista del corro de la patata, a veces parece que se evade (qué remedio, si no se volvería loca, ya dijo aquello de que todos los sábados iba al psiquiatra de guardia cuando se pasaban por el programa los de Gran Hermano), la Yagüe, digo, va y le pregunta que si es que en Benidorm tiene vacas. Y María Jesús, que no, que se refería a La granja de los famosos. Sigue María Eugenia Yagüe con lo suyo y le pregunta que si se ha operado en Brasil, que si la ha intervenido Ivo Pintaguy.


 La otra, que no pilla una ironía así ni aunque le estalle en la cara (en esa cara, pobre) contesta que no, que la ha operado Zelicovitch (que, por cierto, es discípulo de Pintaguy). Madre mía, ahora entiendo lo de la cara, eso que le han hecho debe de ser el famoso peeling químico. Desde luego, lo que sale en la tele denunciado no sirve para nada. O este tío tiene el mejor servicio de márketing del universo. Y sí, le trajeron el acordeón y tocó Los Pajaritos. Cómo no te vas a reír, aunque sea con remordimientos. Pero integrada.


 Otra cosa, tres preguntas con respecto a la tele de ayer. Una, ¿de verdad las unidades móviles de seguimiento en furgoneta (Génesis) van equipadas con lámparas Tolomeo? Dos, ¿creerán los de Unan1mous que Begoña Ameztoy es más soportable que Coto Matamoros? Tres, ¿los pezones erectos de Melanie Olivares en Aída tenían que ver con la trama y me lo perdí? Hombre, esas cosas se quitan. Seguro que si le llega a pasar a Marisol Ayuso o a Carmen Machi no lo vemos.

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