Rosa Belmonte el 21 feb, 2013 ‘House of Cards’ tiene mucho de castillo de naipes (es un título como el de ‘Deception’). Un castillo desmoronado, claro. Juntos, una serie británica de postín, David Fincher y Kevin Spacey prometían todo lo bueno. Eso aparte del experimento de Netflix, cadena que es como el Paco León americano (“interné e güeno”, que diría en los Goya). Pero resulta que la primera vez que ves la serie de Fincher empiezas a pensar que ‘Scandal’, la loquera de Shonda Rhimes ambientada en Washington, no es peor. Aunque ‘House of Cards’ venga revestida de la púrpura de figuras que están por encima de Rhimes. Empiezo a dudar que en la televisión actual haya mucha gente por encima de Rhimes. Por supuesto que dejo a Aaron Sorkin aparte, incluso al de ‘The Newsroom’, esa fábula disneysiana. Porque pensar en ‘El ala oeste’ y en ‘House of Cards’ a la vez no tiene sentido. Tampoco tiene sentido pensar en ‘The Wire’ y en ‘House of Cards’. Luego es verdad que te sueltan cuatro frases redondas y aguantas, aunque Kevin Spacey, con su grandilocuencia, parece que esté en el Old Vic en lugar de en Washington (o en su estado sureño). “Es un error que comete casi todo el mundo en esta ciudad: elegir el dinero antes que el poder. Qué desperdicio de talento. El dinero es la gran mansión en Saratosa que empieza a derrumbarse a los diez años. El poder es el viejo edificio de piedra que se mantiene en pie durante siglos. No puedo respetar a quien no vea la diferencia”, dice Frank Underwood (Kevin Spacey) mirando a cámara. Como Malcolm. Por supuesto, no falta Shakespeare. Frank Underwood es una suerte de Ricardo III y Claire, su mujer, interpretada por Robin Wright, es Lady Macbeth. La dulce rubia a la que descubrimos en ‘Santa Bárbara’ y en ‘La princesa prometida’ es probablemente lo mejor de todo. “Detrás de todo gran hombre hay una mujer con las manos manchadas de sangre”. En el segundo episodio, con una escena de las que se recuerdan, Claire se erige uno de los bichos más peligrosos de la serie. Una depredadora sin piedad. Y esto es una novedad con respecto a la miniserie británica porque la Elizabeth Urquhart interpretada por Diane Fletcher no era tan mala. Tanto las acciones de su marido como las de ella se pueden ver en clave shakesperiana pero también en clave de un documental de animales. Con animales que comen y animales que son comidos y despedazados. El ciclo de la vida. Sin olvidar a la hiena trepa que es la periodista Zoe Barnes (Kate Mara). Por otro lado, lo bueno de que la emita Canal + es que el espectador que la sigue en televisión tiene la opción de la versión original. Porque doblada es todavía más decepcionante. Y esto no es un ataque talibán contra el doblaje, es simplemente un ejemplo de cuando es imprescindible la V.O. Por ejemplo, no me cabe duda de que la versión doblada de ‘Las chicas Gilmore’ es tan buena, o incluso mejor, que la original. Tanto Ana Wagener en la primera temporada como Ana María Marí en las restantes (2 a 7) consiguieron una Lorelai tan excelsa como la de Lauren Graham. Más allá del doblaje, uno de los méritos de ‘Las chicas Gilmore’ es que al verla te sientes mejor persona. Con ‘House of Cards’ desde luego que no. Televisión Comentarios Rosa Belmonte el 21 feb, 2013