El otro día comentaba mi amiga Pili que su marido estaba poniendo a sus hijos “La guerra de las galaxias” en casa. A mí me encantó pensar que dentro de unos años se la pondremos a nuestro hijo nosotros también. Es algo que ya está decidido: vamos a ser unos padres algo “frikis” y vamos a intentar que nuestros hijos conozcan las películas que nos gustaron de niños y que nos gustan ahora. Luego, si les gustan a ellos también o no, será otra historia, pero el empeño lo pondremos.
Yo soy fan incondicional de Tintín y de Asterix porque mi padre lo era antes que yo y me trasmitió la afición. Tanto, que uno de los regalos que pedí por nuestra boda fue la colección completa de “tintines”, porque, evidentemente, la de mi padre la tiene él y yo quería otra para nuestra casa. Estas aficiones comunes transmitidas de padres a hijos me encantan, qué le voy a hacer, igual que la que me viene de mi madre de leer los libros de Celia de Elena Fortún o la que me viene de mi abuela de leer la revista Hola.
A pesar de que soy consciente de que nuestro hijo (y los que vengan detrás de él) tendrá sus propios gustos acordes a su época, me haría muchísima ilusión que disfrutase con alguna de las cosas que nos gustaron a su edad a su padre y a mí, como los Goonies, o Regreso al futuro, Super Mario Bros, la Guerra de las Galaxias o los libros de Tintín, Harry Potter o Manolito Gafotas.