El diplomtico Diego Snchez Bustamante, a quien Teodoro Obiang expuls de Guinea Ecuatorial en diciembre de 1993 siendo cnsul de Espaa en Bata, por reunirse con lderes de la oposicin en ese pas, me cont hace algn tiempo una ancdota que refleja muy bien la ?pureza? de las elecciones que suelen celebrarse en la antigua colonia espaola. Tena lugar una de esas citas electorales que gana siempre Obiang a la blgara, es decir con el noventa y tanto por ciento de apoyo. En la puerta de un colegio electoral haba un individuo del partido gobernante que, segn iban llegando los electores, les entregaba un sobre con una papeleta dentro. Uno de los que entr tuvo la osada de abrir el sobre para ver qu es lo que contena, momento en que el repartidor de la puerta le espet, malhumorado: Pero, t qu haces? No sabes que el voto es secreto?Yo supongo que desde entonces Obiang habr depurado sus tcnicas y que el pucherazo de los comicios del pasado domingo tendr otro estilo, pero lo cierto es que, al final, el resultado es el mismo: Obiang, que lleva 30 aos en el poder, se asegura unos cuantos ms, mientras la comunidad internacional, que se rasga las vestiduras en otros casos, aqu mira para otro lado, sobre todo ahora que hay petrleo de por medio.El Gobierno espaol, despus de bailarle el agua al rgimen de manera descarada en los ltimos meses en busca de concesiones petrolferas, lo ms que ha hecho es sacar un comunicado diciendo que Obiang ha perdido una ocasin nica para que se pudiera comprobar su compromiso democrtico. Ilusoria pretensin, que ya se puso de manifiesto cuando Moratinos viaj a Guinea Ecuatorial el pasado mes de julio, acompaado de parlamentarios, empresarios y periodistas, a algunos de los cuales, incluso, se les recrimin que hablaran del poco respeto del rgimen a los derechos humanos.Entonces, el propio Obiang, reconoci ante la prensa que en Guinea no se tortura ?prcticamente?. Vamos, que se tortura slo lo justo. An as, dijo que pensaba dar visado a la prensa internacional para cubrir las elecciones. Pronto se le olvid, porque ningn periodista espaol lo obtuvo y ni siquiera admiti que cuatro miembros del Congreso de los Diputados acudieran a seguir de cerca la jornada electoral. A Obiang no se le ha olvidado el veto que le impuso la Cmara Baja cuando vino a Madrid.