Ramos y el Madrid son el matrimonio perfecto: Sergio nació para jugar en Concha Espina y el Real es un club único por jugadores como Sergio. El divorcio era una decisión tan incomprensible como perjudicial para entidad y futbolista. Y aunque ambas partes han tardado más tiempo del previsible en entenderlo, la lógica ha terminado por imponerse a un cúmulo de sinsentidos que hoy han visto su final feliz con el elegante acto de renovación celebrado en el antepalco de honor del Santiago Bernabéu.
La ensalada de piropos entre el presidente y el de Camas han escenificado una brillante puesta en escena el la que Ramos ha desvelado lo que era un secreto a voces: no estaba contento con el trato del club. Ni hacia él mismo ni, tampoco, con René. Sergio ha dejado muchos titulares en su comparecencia y, por ello, quizás haya pasado algo desapercibido su discurso de agradecimiento, en el que ha hecho un especial aparte con su agente y hermano: «Te doy las gracias, hermano, por tu profesionalidad y tu incondicionalidad. Sin tu trabajo y saber hacer hoy no estaríamos aquí», resaltó Ramos en el acto y, luego más tarde, vía Twitter.
El papel de René en la laberíntica renovación de su hermano fue uno de los motivos por lo que Sergio tuvo un pie y parte del otro fuera del Real Madrid. El club llegó a culpar al agente de ciertas exigencias y modos de actuar que no estaban a la altura de una entidad como la merengue y de una negociación de diez millones de euros, y eso a Ramos le llegó al alma.Por eso su efusivo paréntesis a la hora de los reconocimientos. Su novia, hijo, padres, hermana, sobrina, presidente, afición… todos se llevaron su cuota de cariño en el parlamento de Sergio, pero su hermano y representante estuvo por encima de todos. Con o sin mano izquierda, como creen en la planta noble del Bernabéu, René Ramos es intocable. La sangre no se negocia.
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