No ha habido, hay ni habrá equipo más soberbio y engreído en Europa que el Bayern Múnich. Faltaba Guardiola y su falsa humildad con un micrófono delante para cerrar el círculo. Desde que Figo sacó las bolas de merengues y bávaros, sus declaraciones altivas y sobradas fueron sucediéndose una tras otra, hasta la manipulación y la mentira de Pep afirmando que la prensa de Madrid ya había ‘clasificado’ al Real para la final. La justicia divina del fútbol les has puesto en su sitio. Castigo ante tanta chulería y falsa humildad. El Madrid les humilló y es justo finalista de la Champions. Dicho lo cual, quiero detenerme en dos jugadores y en una acción, que quizás ha pasado algo desapercibida.
Para mí, uno de los hombres de la eliminatoria ha sido Dani Carvajal. El canterano ha impartido en apenas 180 minutos un postgrado y máster de cómo ser el mejor lateral derecho del mundo. Ribéry tendrá pesadillas con él toda su vida. El francés quedó retratado ante el defensa blanco. No se fue ni una sola vez, jamás le ganó un mano a mano, ni una carrera, ni un choque, ni un salto de cabeza. El galo ya sabe que tiene que hacer en el hueco que había hecho en su casa para el Balón de Oro. Poner un marco y una foto de Dani Carvajal. Y que cada vez que la mire se le caiga la cara de vergüenza tras el ruin y rastrero manotazo que le dio al de Leganés con Boateng de por medio. Qué valiente, con 0-3 en el marcador y humillado en tu propia casa, lanzarle un guantazo a un contrario con un compañero de dos metros ejerciendo de guardaespaldas. Ribéry, disfruta de la final de Champions por la tele. Carvajal te mandará saludos desde Lisboa.
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