Los grandes ciclistas del pelotón internacional tienen una máxima cuando afrontan una de las tres grandes (Tour, Vuelta o Giro): no perderla en la primera semana de competición. Ganar la carrera en las etapas iniciales es una utopía. Pero dejar de optar a ella es una realidad, como le sucedió a nuestro querido Perico Delgado, en el Tour de 1989, cuando se despistó y llegó dos minutos y medio tarde a su hora de salida en el prólogo. En el deporte de élite, parpadear es ir de la cima a la sima. Que se lo digan al segoviano que venía de ganar la ronda gala en 1988 y sin ni siquiera haber tomado la salida en la siguiente edición ya la había perdido.
Pues en el fútbol sucede tres cuartos de lo mismo. Un candidato al título de Liga no puede ‘regalar’ en verano el campeonato al otro, como presente anticipado de Reyes. Es impropio del mejor equipo del siglo XX perder una Liga en el mes de agosto. Impropio y reprochable. Y Eso hizo el equipo de Mourinho la pasada temporada. Como Perico, venía de ganar. Y de qué modo. La Liga 2011, la mejor de su historia; ante al todopoderoso Barcelona de Guardiola; sumando 100 puntos y 121 goles. Entonces, llegó agosto de 2012 y en las dos jornadas disputadas, el Madrid logró uno de los seis puntos posibles: empató a uno en el Bernabéu ante el Valencia; y perdió en el Coliseum ante el Getafe 2-1, sonrojante remontada incluida. Imperdonable que el vigente campeón del Tour, Perico, estuviera pensando en las musarañas y se presentara en la rampa de salida del prólogo de la ronda gala con dos minutos y cuarenta segundos de retraso. Bochornoso, con todos los respetos para el Valencia y el Getafe, que el campeón de Liga se dejara cinco puntos en las dos primeras jornadas, sabedor que hoy día, en España, Barça y Madrid apenas fallan en cuatro o cinco partidos en todo el campeonato.
Afortunadamente, Ancelotti ha venido con la lección aprendida. Y, por supuesto, los jugadores, ávidos de enterrar la pesadilla estival del año pasado. Es cierto que en pretemporada vimos un Real Madrid epatante que no ha aparecido en estas dos primeras jornadas de Liga. Pero ese no es el objetivo. De momento. Ahora se trata de no perder minutos en la general. De no ‘comerse’ los abanicos en el llano, de no meterse en líos en las ‘volattas’, y de ‘volar’ en la contrarreloj. Y entonces, en los clásicos y en abril y mayo, cuando emerja el Galibier, el Mortirolo y el Angliru, mirarle a los ojitos al rival al inicio de cada subida y dar un golpe en la mesa. Pero para eso hay que estar a tu hora en la rampa de salida. Como ha hecho el Madrid de Ancelotti: seis de seis. Como siempre debió ser.
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