He visto a Bono un rato en lo de Ferreras. Qué mata. Es un ser azabache, además de plasta. Parecía Sabu, el actor indio de Hollywood. Cuando le han preguntado por el percal del balbuciente Morenés ha dicho : “Si yo fuera él, haría que a los participantes se les cayera el pelo”. Era imposible no fijarse entonces en ese petróleo filiforme. Bono tiene que tener unos bulbos como espárragos navarros.
Luego ha contado sus movidas, que diría un moderno. El día en que Chávez fue a abrazar a unos obreros y salieron corriendo y como consolación le puso a la Pantoja por teléfono. Qué fantaseo pensando en la Pantoja como Primera Dama…
Bono presume de decir las cosas a la carita a los altos mandatarios. En las visitas es como el Putin de House of Cards. Él le ha dicho a los próceres americanos lo que nadie. Ferreras, que tiene un aire al carcelero de El Expreso de la Medianoche, lo miraba con unos ojos que no eran los ojos con los que mira a Errejón. Bono es que es muy cansino. Ferreras, por cierto, dijo el otro día “Tensión máxima”, como Ylenia.
Bono también contó la murga de su padre falangista. “¡Y no era peor que yo!”. Hombre, eso ya lo imaginábamos.
No sirve de nada que un político se retire si luego puede escribir libros.
Esto no debería hacerme olvidar lo mejor que se ha dicho esta semana en televisión. Belén Esteban dirigiéndose al Súper: “¿Puedo ir a comerme un kiwi?”. Mejor aún que este otro diálogo suyo:
-Os daré una noticia de ultramar.
-¿Eso qué es?
-De otro hemisferio.
-¿Y qué es un hemisferio?
Pero el kiwi de Belén es una cumbre. Está todo dicho en esa pregunta.
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