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Que vienen los ultras

No-ultras reordenando una terraza
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Ayer, por la mañana, vi en Twitter (a los que no estamos allí no nos queda otra) algo que llamó mi atención. Un activista independentista, periodista, creo, alertaba sobre una convocatoria “fascista” en una calle de Barcelona. Lo que llamó mi atención realmente fue el comentario de un usuario. Algo así: ojo, que cada vez que este tipo señala a alguien acaba habiendo sangre.
Esto lo recordé por la noche, cuando después de trabajar me interesé por la situación en Barcelona. Ya había habido enfrentamientos entre personas. Imágenes muy desagradables. Los llamados fascistas contra los autodenominados antifascistas.
No extrañaba. Durante tres días, la presión organizada de los CDR y adyacentes habría ido provocando algún efecto en una parte olvidada de la cuestión: los que no salen a la calle, los insultados, los presionados, los acogotados.
¿Salen en las noticias? ¿Son preguntados? ¿Se respetan sus derechos?
Iban saliendo mujeres, señores mayores, personajes más o menos aislados con una bandera de España y ya empezaba a surgir la pregunta: ¿saldrá alguien más? La impresión que da la inacción gubernamental es que lo están esperando, que alguien se harte y haya un enfrentamiento en la calle.
En 2017, la gente empezó a reunirse el día de la mal llamada Huelga. Eso evolucionó después hasta el 8-O.
Las agresiones ya han ingresado en la maquinaria propagandística. Del vídeo de la agresión se elimina la parte inicial, y se difunde por el movimiento independentista y a ello se suma la izquierda española y hasta los centristas (rehenes del instante). ¡Los fachas! ¡Los fachas!
Ya lo tenemos: la amenaza ultra, la ultraderecha. Después de tres días de lo que estamos viendo, aparece por fin el término “ultra”.
Para salir a la calle con banderas de España en ese ambiente, desde luego, de un club de filatelia es difícil que sean, pero… ¿cuánta gente hay de ultraderecha en España? ¿Y en Barcelona?
Acaban siendo útiles para ellos. Ya lo tienen: los ultras. Para unos, la izquierda y los palanganeros del PSOE, se vuelve a escenificar una pelea entre extremos que merece diálogo y soluciones inmediatas. Una violencia entre posiciones extremadas y, al parecer, en un plano de cierta igualdad: los unos contra los otros. Para los independentistas, es la muestra de que lo suyo no es violencia, que la auténtica violencia solo proviene de lo español. Esa personificación del ultra, del Guardia Civil, etc… Ellos dan golpes de Estado como chistes de Broncano y luego resulta que era un farol. Es como posthumor. Es todo muy loco, tío.
Pero ¿cuánta gente admite que griten “Puta España” un día y otro día y otro día sin actuar?
Es verdad, el “españolismo” solo puede reaccionar si adopta la forma cívica y áurea de Cayetana Álvarez de Toledo, pero, seamos realistas, no todo el mundo piensa así. No todavía.
Y si existe, como aseguran, esa amenaza fascista, ¿por qué no interviene el gobierno y evita el enfrentamiento entre personas? ¿O la amenaza no es tan grande como nos dicen, y la inacción tiene otra explicación? ¿Acaso esperan que surja una violencia “ultra”, otro Blanquerna de mayores efectos?
Si hay ultras acechando, como dicen, y la violencia llama a la violencia… ¿no se parece mucho esta inacción a una convocatoria?

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