Y perdóneseme la rima, pero es que siempre que veo a Monago pienso en poesía por lo del verso suelto. Digo yo que aunque sea verso suelto querrá rimar con algo, aunque sea consigo mismo. Así que eso: Monago, qué hago. Otro verso suelto que además de liberal a la violeta es liberal a la bellota. Porque si Ibarra alimentó en su tiempo un desquiciante diáologo con el nacionalismo catalán, Monago hará lo propio con sus alardes fiscales dentro de una economía netamente perceptora. Extremadura-Cataluña es un eje original en el entendimiento de lo territorial. Le vamos a pagar una extra a los pensionistas, dice y luego anuncia el mantenimiento de las ayudas a la reproducción asistida para el entero universo femenino con el bibianesco argumento de que toda mujer tiene el derecho a ser madre. Monago transforma la presión de IU sobre su gobierno en una oportunidad para distinguirse en el partido. Un liberalismo raro que no baja el impuesto sino que ofrece pagas extras. Una política social que no pone el énfasis en el entendimiento más amplio de lo femenino o lo familiar, sino en la universalidad enunciativa de derechos. Le veo yo a Monago un liberalismo un poco aberrante y unas salidas absurdas de populismo chic que tampoco se acaban de acercar a la izquierda porque agarra sus conceptos, pero aproximándose a ellos del modo equivocado. De un modo antinatural, absurdo. Tras Ibarra, el híbrido Monago parece que quiere hacer de Extremadura un laboratorio para experimentos con gaseosa (había una marca de gaseosa, por cierto, que se lamaba La Revoltosa, gaseosa zarzuelera que viene muy al caso).
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