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Gym y ñam

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Hoy he leído algo revelador. Lo decía Paula Echevarría. Es actriz y, en tanto bella, también es ejemplo de virtudes. Este es un papel un poco antiguo que se le da a las mujeres guapas. Las guapas dan sus secretos para serlo, como si fuera un triunfo en vez de una suerte. Entre eso y el “Cómo cuidar a tu marido” no creo que haya muchas diferencias.
El caso es que ella ha soltado hoy, como un eructito, una perla. Una de esas cosas que rasgan la realidad para que broten de ella sus diamantes.
(Cada vez que leo o escribo “perla” pienso en Mallorca, y entonces me imagino a Rafa Nadal haciendo apnea para llevarle a Xisca perlas del fondo del mar y a ella componiendo un collar como el de Rita Barberá. ¡Qué fantasía españolista tan sublime! ¡Qué cierre de círculos!).
La frase es: “Entreno para poder comer tranquila. Es mi equilibrio. Mi gym y ñam”.
Además de que lo de gym y ñam es una proeza, una expresión sobre la que montar una franquicia de “teterías-gym” o de “gastro gymfood” o algo así, es que es una gran verdad.
No se hace ejercicio ya para la belleza, y mucho menos para el “mens sana”, que es esa cosa de fanáticos recorreretiros.
Se hace deporte para poder comer sin remordimientos. Es una genialidad porque neutraliza la culpa. ¡Paula acaba con la culpa!
O se hace eso o algo que yo he descubierto últimamente y que me tiene subido a una noria gastro dietética que no sé muy bien cómo va a acabar. Me sucede desde que vi un documental sobre los zumos verdes como nueva religión americana.
Cuando me paso comiendo me hago un détox. El détox cuesta trabajo (me autoescondo las galletas produciéndome autoamnesias a base de traumatismos), pero me trae sensaciones casi infantiles. Es lo más espiritual que me ha pasado. Sobre todo me permite pegarme un festín. Hago como Paula. En realidad es llevar la práctica post navideña, el enero del estómago, a todo el año, y aún mejor, al ritmo semanal.
¿Que tengo una comida? Me agencio el détox para el día después.
El problema es que se acelera el dispositivo cerebral pecado-culpa que llevamos de serie y pronto se alterna la comida basura y el détox. Adiós a la alimentación normal. Exceso, ayuno; exceso, ayuno.
Comer normal no da placer alguno. La única manera de comer normal es comer de menú en un sitio con una figura materna tras la barra.
El détox ya no es para no engordar, es para castigarme. Mear apio me hace sentir mejor conmigo mismo. Es como mirar un riachuelo pirenaico correr entre guijarros.
La única salida espiritual que veo es el tao de Paula: un gym y un ñam fusionados en plenitud.

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