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Esepaís

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Lo más bonito de viajar al extranjero es, estando ya fuera de España, referirse a ella no como Estepaís, sino como Esepaís.
Oh, qué maravilla tomarse una cervecita abroad y decir: En Esepaís… con desdén y hasta con desprecio.
Y me imagino que todas esas personas que se han tirado el año diciendo Estepaís esto, Estepaís lo otro, cuando viajen, aunque sea austeramente, cuando estén en el extranjero, lógicamente no dirán Estepaís, tendrán que decir Esepaís. ¿No sería maravilloso que se refirieran así a España en sus digresiones políticas en el extranjero?
Digo lógicamente, y es mucho decir. Pero es que lo contrario sería enfermizo. Estar, no sé, en Irlanda, en Cuba, diciendo “Estepaís no puede permitirse un gobierno que mienta”, “Estepaís necesita un cambio”. Sería llevar la patria y su conflicto muy en lo hondo, muy valderranescamente. No tendría sentido, les saltará seguro un chip avisador, una alarma, un escrúpulo. Si has convertido España en Este+país, no puedes irte fuera y seguir así, ¡has de cargar con el determinante! Cargar con ello como con una circunstancia.

Además, viajar es bonito por esa distancia que introduce el “ese”. La fórmula de Estepaís es en vacaciones donde adquiere sentido por ese desdoblamiento. Permite adoptar un tono distante, resentido incluso, de exiliado en plenas vacaciones.
-Tener que volver a Esepaís…

No viajar para añorar España, ¡enfermedad! Aprovechando la lejanía que introduce el determinante, viajar para despotricar contra ella. Ahora sí que compro la denominación, ahora sí que me interesa.

El demostrativo Este es un coñazo, pero el Ese… A todo nos tendríamos que referir con ese “ese”. El este es cercanía, promiscuidad, algo viscoso. ¡Por eso lo utilizan tanto los del turre!
Yo defendería el uso mayoritario del demostrativo “ese”, de ir introduciendo distancia con las cosas, con los objetos, con ese punto de despecho tan sano (me acuerdo ahora de la canción de Rocío Jurado, “Ese hombre”, que ejemplifica bien a lo que me refiero).

Yo siempre digo España, o Aquí, así que no me sale, pero ojalá. Lo que hago cuando viajo, compensatoriamente, es mirar al turista español con mucho desprecio. Me incomoda y me da vergüenza la familiaridad del español, del turista en cualquier caso, pero del español fundamentalmente. El turista español hace imposible olvidarse de España. Siempre aparece algún compatriota a avergonzarte cuando estás intentando hacerte pasar por chileno o portugués.
Dios, qué íntimo desprecio.

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