Viendo ayer la tele para hacer la columna (lo reflejo en ella), escuché a Iñaki Gabilondo la expresión “haz de diálogos”.
Bien es cierto que no debería fiarme completamente de mis sentidos, y mucho menos de mis oídos. Fallan muchas veces.
Pero es muy probable que sí, que fuera cierto, que lo dijera. Era un pasaje de una extrema elocuencia con momentos incluso de belleza y es verosímil que en su ánimo estuviera embellecer el diálogo, los muchos diálogos, con ese término.
Si no era verdad, era ben trovata.
El diálogo era para reformar la constitución, aclaro, en busca de un “Nuevo consenso”.
Pero la expresión me dejó impactado y la metí en mi texto.
Haz. Pensé luego en un ramillete de diálogos, en un manojo de espárragos, en una mujer cogiendo flores.
Por la noche lo hablé con Montano. Me dijo: “Haz viene de faz”. Me entusiasmó. Pensé rápidamente no en un manojo de flores. ¿Y si fuera un manojo de flechas?
Al llegar al hotel busqué su etimología. Viene del término latino facis (manojo de espigas, leña, flechas…).
A la mente se viene el escudo de Falange. El yugo y las flechas. Esas flechas que eran anteriores, de antigua heráldica, pero que me llevaban a un pasado reciente y nacionalcatólico, gabilondiano antes de la general conversión.
¿Un escudo falangista de flechas que no fueran flechas, que fueran diálogos? ¡Una falange del diálogo! Un diálogo porque sí, porque no queda otro, corporativo, nacionalsindical, “facista”.
¡”Facismo” dialogante!
Gabilondo, en su bello hallazgo expresivo estaba revelando (genialidad, manantial inagotable del lapsus) un fascismo dialogante.