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Dánosle hoy

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De la misma manera que de algunas personas se dice que son “fábricas de independentistas”, de Rosell, presidente de la CEOE, podría decirse que es un productor a gran escala de sindicalistas.
Personas inmunes a cualquier discurso izquierdista, a años luz de la conciencia de clase, sienten, al leer u oír a Rosell, que les surge de dentro una llama de fuego obrero.
Quizás es su forma de decir las cosas, cómo se deja atrapar en unos titulares llamativos, o puede que sea el exceso de pasión al exponer sus visiones, pero Rosell consigue lo imposible: despertar el obrerismo del votante de derechas.
Primero, porque como representante de la CEOE siempre sale pidiendo cosas. Al Estado, o a los trabajadores. Siempre pide. Incansablemente, insaciablemente.
Antes, el país entero debía transformarse para que ellos pudieran crear empleo. Ahora ya ni siquiera. Lo último ha sido declarar decimonónico el puesto fijo. Como la zarzuela o el reloj de bolsillo.

“Ganarás el pan de cada día con el sudor de tu frente”, le dijo Yavé a Adán, allá por el Génesis, cuando le expulsó del paraíso. Por eso rezábamos en el Padrenuestro lo del “dánosle hoy”. El pan.
Pero Rosell va más más allá del Génesis, mucho más allá de la dureza de Dios hacia Adán, que ahora le debe parecer indulgencia, y le da una vueltecita de tuerca a la maldición con la siguiente profecía: “En el futuro habrá que ganarse el trabajo todos los días”.
O sea, que el “dánosle hoy” va a ser por el curro, y ya veremos si luego hay pan o no.
En el Antiguo Testamento no había empresarios, se conoce, así que Rosell endurece un poquito más las condiciones. ¡Hay que flexibilizar el Pentateuco!

Después de la formación, del inglés y de la flexibilización, ahora toca digitalizarse. Con todo, no está claro que en esas condiciones, debidamente digitalizados, el empresario español encuentre que el clima es suficientemente óptimo para crear empleo. Siempre se puede uno digitalizar más. De hecho, el empresario español si es conocido por algo es por destruir el empleo. El empresario lo que mejor hace es despedir. Eso lo borda. Ningún empresario europeo despide como el español.
Por eso ahora el trabajador ha de ir creándose su propio trabajo desde la escuela. También lo ha dicho: al niño hay que enseñarle a innovar desde la guardería.
Esto es una genialidad, y se antoja muy necesario, porque es meter en los planes de estudio al autónomo. El jefe-currito de sí mismo debe tener ya un estatuto educativo. España acabó con la lucha de clases y toda conflictividad fusionando las dos figuras en una sola. Ahora es necesario que la Escuela y la Universidad se dejen de experimentos y produzcan autónomos,no tanto ciudadanos como españoles autoempleables.
A la escuela no se irá sólo a aprender, se irá a emprender:
“Mira, niño, un perro, un caballo, una nube… y una oportunidad de negocio”.
A mí de muy niño me preguntaron en la escuela qué quería ser de mayor: “Cura, militar o abogado del Estado”. ¡Dónde vamos con niños así!
Porque yo no confiaba, ya desde la guardería, en el empresario. Sí en la Iglesia, el Ejército, o el Estado. Nunca en el empresariado.
Rosell, con su declaración del empleo fijo como algo siglo XIX, nos da la razón a los niños de entonces. A la Iglesia, Ejército y Estado no les ha seguido la empresa, y en el siglo XX hubo mayormente (y considerando una guerra civil) paro. Por eso ahora los niños es menester que aprendan a crearse su propio puesto de trabajo.

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