Las declaraciones de Carmen Calvo pronunciándose contra el auto de la jueza de Lérida son de una gravedad difícil de calibrar y de soportar.
Lo que está en juego en este asunto es la salud de la población, el entendimiento del Estado en lo territorial y en las libertades y eso que se llama la soberanía. Casi nada.
De nuevo nos viene aquella definición: soberano es el que decide sobre el Estado de excepción. Se recordó cuando hace unos meses se adivinaron dificultades para decretar el Estado de Alarma en toda España. Si Torra puede suspender los derechos fundamentales, entonces soberano es él.
Sus pretensiones van contra la Constitución, y así lo dice una jueza a la que desautoriza quien tendría la obligación de hacer obedecer. Con ello, Calvo lanza un mensaje sobre el Estado español: democracia no hay y caminamos hacia una tiranía explícita de un partido que ayer, por cierto, tenía que haber estado recordando muy contrito y respetuoso el aniversario del asesinato de Calvo-Sotelo. No lo hizo, no lo hace, y a ese silencio, al ocultamiento atroz de la memoria nacional, acompaña una acción que es un atropello institucional insoportable.
Porque al hacerlo, además, y por enésima vez en este año, al entrar en el cambalache con el inhabilitado Torra, el gobierno arriesga la salud de la población. Si el camino recto para el Estado de Alarma es uno, no tomarlo deja a la población en una inseguridad jurídica que puede ser letal en este momento. Si el competente es el gobierno, hágalo; recomendar en su lugar un horizonte de recursos es dilatar medidas que son urgentes.
El gobierno se exculpa y no asume la responsabilidad. Además, el gobierno ha extendido durante su negligente gestión, por puro interés, una idea de territorialidad federalizante, y ahora lo hace del peor modo posible, prefigurando el atropello al que nos conducen: una federalización con la que “legalicen” su pacto con el golpismo.
Estas declaraciones de Calvo son un escándalo mayúsculo y los ciudadanos deben estar muy alerta. Torra, el inhabilitado Torra, decidiendo sobre sus derechos fundamentales. Como en otro golpe.
Calvo juega con el sitio que merecen los jueces, con la soberanía, con el modelo territorial del país y con la salud de los españoles.