La Final de Copa es desde hace un tiempo la final de las carpas. Esto es como un macropeñismo y a la vez es muy florentiniano porque parece que recoge algo de ese madridismo de noria y parque de atracciones que desde el Proyecto Universo de Pintado forma parte del ideal social del madridismo.
Las carpas permitirían la expresión de un madridismo festivalero, incluso after hour. Madridismo lisérgico, un más allá de las peñas.
La carpa es la fiesta popular, la fiesta de pueblo de barrio, es el madridismo despreocupado, lúdico, logro conseguido de la voluntad presidencial, que era coger al socio y ponerlo a bailar, hacerlo peña cachondona.
En la carpa sonarán los pasodobles de todas las Españas, que son siempre el mismo pasodoble.
En la carpa se hace todo fiesta popular, madridismo interior de la España pobre, que es el madridismo que no tiene mucho que ver con el norte de Madrid.
Un club se sabe que está bien si se puede meter en la carpa. Qué amarga la fan zone del Barcelona y el barcelonismo…
Coincide la instalación y montaje de estas carpas con la emisión de un video en un diario deportivo en el que Pepe asiste obnubilado a una arenga de Roncero, especializado en monólogos ardorosos en las peñas. Pepe, que está en un momento de forma excelente escucha al periodista y se va quedando en offside. Escucha la soflama y se queda boquiabierto. Luego el personal estalla en aplausos, pero la cara de Pepe es ya la cara de los lapsus de Pepe. Le debemos al periodista, con su arenga, haber desvelado el pasmo de Pepe. Haber dado forma y conocimiento a ese Pepe estupefacto que es también parte del Pepe completo, real.
¡Central pasmado que ha de ser, oh temblor de canillas, el que tire los fuera de juego!
Pue ese madridismo que tiene censado y exprimidito Roncero es mi madridismo de niño en provincias. Virtuoso de la carpa, Roncero, genial Caravaggio del peñismo, ¡Carpaccio del madridismo al que se le van los pies!
El madridismo, que es uno y trino, admite la carpa y ansía la carpa, mongolismo de su nomadismo de finales, techo para la gran, única tribu florentiniana, demostración de su unitarismo y de su buena salud. Arquitectura nómada, ¡jaima del emirato florentiniano!
La carpa tiene algo de avituallamiento en el desierto. De oasis y embajada. Todo madridista tendrá allí descanso, compañía, pan y vino (lo de mujer ya será cuestión de trabajarse a la mocita…)
¿Será capaz el antimadridismo, ente demoníaco, de introducirse también en esa carpa ideal del madridismo orgiástico?
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