Me sorprenden un poco las primeras interpretaciones electorales del 27S. Son claramente plebiscitarias. Los nacionalistas contumaces reinterpretan el cariz de los votos de las candidaturas del Junts Pel Sí (es curiosa y digna de cierta lástima esa necesidad de ir descubriendo independentistas por todos lados, como mormones lanzados al mundo o como homosexuales en los años cincuenta: hum, éste quizás lo sea, tiene ademanes, tiene ese no sé qué). Pero por el lado de Los Otros, los mal llamados Unionistas (tanto politólogo para acabar llamando unionistas a los ya unidos), hay una lectura asombrosa de las elecciones en un sentido de si o no. Bueno, yo ahí no sería tan optimista. Junts Pel Sí es la primera fuerza en todos los sitios. Es la más votada, y junto a la CUP podría formar, no gobierno, un frente. Podría formar Albania directamente. Las opciones independentistas son mayoritarias, las opciones que defienden el referéndum son mucho mayores y los que defienden el pastelillo constitucional del retoque federalista y desigual son abrumadoras.
Ciertamente, en la defensa del statu quo (al final, es la única banda de rock que va a quedar por haber escogido de nombre un latinajo) se supone que están PP y Ciudadanos.
Yo veo una alegría plebiscitaria por parte de los españolistas un poco histérica.
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Por cierto, en otro orden de cosas. ¡Qué piperos enfrenta Benítez! El mouriñismo acogió mucho pipero pipero que se subió, por polítiqueo y oportunidad, al carro, qué digo carro, a la cuadriga dorada de Mou. Ancelotti fue despejando el terreno y con Benítez ya volvemos a comprobar la gran incomprensión táctica del forofo o forofillo.
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