Fiel a una tradición familiar que cumple ya tres décadas, unos días de vacaciones en Marbella. Cada año menos, porque en agosto la ciudad de la Costa del Sol se vuelve imposible. Días de cenas familiares o con amigos y pocas salidas, que de vez en cuando viene bien el reposo gastronómico. Repetición en un par de clásicos que nunca fallan, 1870 y El Ancla. Revisita a una novedad que ya conocí en mayo, Maison Lu. Y primera vez en otros sitios abiertos en los últimos meses, 99 Sushi Bar Villapadierna, Primeria Selection y Divinísimo. Pocas visitas pero suficientes para comprobar, un año más (y van treinta) que en agosto Marbella está llena de luces y de sombras.
Lo más preocupante, el servicio. Hay que aprovechar el verano para hacer caja a toda costa. Los restaurantes se llenan sin tener el personal adecuado. Cierto que no lo hay, y menos para atender una temporada de tres meses sin continuidad el resto del año. Pero en ese caso conviene reducir el número de mesas para dar un trato adecuado a los clientes. Es agosto, es Marbella, pero no vale todo. Cuando se pagan cuentas que rondan o superan los cien euros por persona no se pueden permitir tantos fallos. La experiencia en Maison Lu, por ejemplo, fue nefasta. Cierto que en lo que se refiere a los platos, la cena fue excelente, pero en un restaurante no todo es cocina. Como he repetido tantas veces, si comemos de forma regular pero nos atienden de maravilla saldremos con buenas sensaciones. Por el contrario, la mejor comida queda desvirtuada cuando falla el servicio. Y esto es lo que ocurre en esta casa que aspira (y por cocina la merece) a una estrella. Un equipo de sala desbordado y mal dirigido.
Fallos de servicio también en 99 Sushi Bar, aunque fueron menos graves y además la amabilidad de los camareros compensó en parte los desaciertos. Algún que otro fallo también en 1870, sobre todo en el servicio del vino. Fallos, y antipatía, que no sufrí yo pero sí personas muy próximas, en La Milla, otro restaurante con ínfulas. Sin embargo, en Marbella, y en agosto, se pueden encontrar sitios donde el servicio funciona como un reloj. Ahí está El Ancla, un chiringuito ilustrado que se abarrota a diario. No se pagan, salvo excesos, cien euros. Pero hay un numeroso equipo de camareros amables, pendientes de todos los detalles, con un ritmo perfecto. Profesionales que hacen bien su trabajo.
Dicho lo cual, vamos con las comidas, salvo la de 99 Sushi Bar en el Villapadierna, del que tienen un post muy reciente contando la experiencia.
1870. Nos gusta este restaurante, uno de nuestros fijos año tras año para cenar con amigos. Tiene una de las terrazas más tranquilas y agradables de la zona. Bajo una gran higuera, recuerda aquella Marbella de los años 90, donde todo era tan diferente. Cuenta además con la buena cocina de Aitor Perurena, sobre todo en los platos principales. Buen aperitivo el de higos con queso Bucarito y miel, y sobresalientes las cocochas al pilpil sobre arroz negro y el bacalao con una vizcaína que estaba a caballo del ajoarriero. Muy bien también el falso canelón (en realidad son láminas de patata y no pasta) de carrillera de ibérico. Lo peor un pulpo de Ondárroa con salsa de mostaza que hubiera estado mejor si sólo se hubieran presentado las patas, sin la cabeza. Postres simplemente correctos.
EL ANCLA. Otro clásico de nuestros agostos marbellíes. Ya les he hablado del servicio, de lo mejor de la zona pese a estar las dos terrazas abarrotadas. Algo que tampoco altera un ritmo de servicio entre platos verdaderamente notable. Cocina y sala bien preparadas para las avalanchas agosteñas. Añadan además el emplazamiento, colgado sobre el mar (foto que ilustra el post). Ricos boquerones al limón, muy bien fritos; correcta ensaladilla de gambas; buenas escupiñas; mejillones pequeños en una salsa de tomate picante para mojar mucho pan, y como remate una lubina de dos kilos a la sal, perfecta de punto, que dio para cuatro generosas raciones. Ojo a la tarta de queso, especialmente buena. Precios marbellíes, pero se sale muy satisfecho de esa casa.
PRIMERIA SELECTION (Notario Luis Oliver, 8). Tenía excelentes referencias de este sitio. Y no me ha defraudado en absoluto. Muy recomendable esta tienda gourmet que ha montado Luis Ureña en la que se pueden picar tapas de mucho nivel. Una estupenda selección de vinos, latas y embutidos de las mejores marcas y algunas elaboraciones propias. Por ejemplo, su acertada versión de la gilda (con la aceituna esferificada), los excelentes mejillones gigantes en escabeche, las ostras de Bretaña, las anchoas de San Filippo con brioche casero y mantequilla de la quesería Cultivo, o el salchichón de Maldonado. Una barra que está a la altura de las mejores de Madrid. Hay mucho nivel en esta casa a la que tendré que volver fuera de temporada veraniega.
DIVINÍSIMO (Avenida del Mar, 3). Por el contrario, decepción en esta casa de la que también tenía buenas referencias. Para empezar, un fallo importante. En la lista de sugerencias del día, escrita a mano, aparecían unas quisquillas marinadas. Yo era el primer cliente del día. Tras pedirlas, sale el cocinero a disculparse porque no tenía quisquillas. ¿No eran las sugerencias de día? Al final, me limité a probar tres platos fríos: un agradable ajoblanco con sardinas marinadas e higos; una correcta sin más pipirrana con gambas alistadas (buenas gambas), y un tartar de tomate y aguacate con un decepcionante bonito en escabeche, totalmente pasado de punto, pastoso. Se quedó casi todo en el plato, pero la propietaria, que atiende las mesas, ni siquiera preguntó el motivo cuando lo retiró. No me ha parecido un sitio para repetir.
MAISON LU. Como comento al principio de este post, es una pena que la excelente cocina de escuela francesa que practica Juanlu Fernández quede empañada por un servicio desastroso. Con los precios que se pagan (la carta de vinos está disparada) no se puede permitir. Tampoco la falta de mantel y de un simple platito para el pan, impropia de un restaurante con aspiraciones. Eso sí, la comida estupenda, al mismo nivel de cuando estuve en mayo y que les conté en un post. El surtido de conchas con distintas salsas (bolos con chomón, cochas finas con mignonette, ostras con salsa de aguacate, vieiras con suero de cebolletas) es un lujo. Buen mollete al vapor de atún rojo y sobresaliente el “potage” Saint Germain (crema de guisantes con foie), un platazo. Sólo dudas con el canetón, bien la pechuga pero demasiado crudo el muslo (deberían llevar cocciones diferentes). Eso sí, la salsa, y el puré de patata de guarnición, están a la altura de una gran cocina. Como lo está el hojaldre de la tarta de manzana.
Restaurantes Españoles