ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Cangas del Narcea y el Bar Blanco

Cangas del Narcea y el Bar Blanco
Carlos Maribona el

Como casi todos ustedes sabrán, Cangas del Narcea, en el Suroccidente asturiano, es la zona vinícola del Principado. Allí se están elaborando desde hace unos años vinos blancos y tintos, la mayoría de ellos con variedades de uvas autóctonas que se han ido recuperando. El proceso es lento, pero poco a poco van saliendo al mercado algunas cosas más que interesantes. Además de los vinos, Cangas tiene como atractivo su emplazamiento, a un paso de la reserva natural del bosque de Muniellos, uno de los enclaves más bellos de Asturias y de España. Desde hace tres años, también tiene un Parador, el Monasterio de Corias, que es uno de los punteros de toda la red tras una acertada rehabilitación del viejo monasterio que comenzó a construirse en el siglo XI y que se conoce como El Escorial asturiano. Sin duda uno de los mejores hoteles no urbanos de España. Llama la atención, por cierto, la extrema amabilidad de todo el personal del parador, algo no demasiado habitual. En lo que este Monasterio se parece al resto de los que se desperdigan por la península es en la comida. No vale la pena perder el tiempo intentando comer bien allí. Y menos cuando en Cangas hay varios restaurantes que no están nada mal. Y el principal de todos, el BAR BLANCO.

Este año, en lugar de regresar a Madrid por la ruta habitual (Oviedo, autopista del Huerna, León) lo he hecho por Cangas del Narcea, que luego da paso al puerto de Leitariegos para entrar en Castilla por Villablino y Ponferrada, en la cuenca minera del valle del río Sil. No hay autopista, se tarda más, pero el paisaje de Leitariegos, espectacular, vale mucho la pena. Así que una noche en el Parador y una comida en el Blanco, que no sólo es el mejor restaurante de Cangas sino uno de los más destacados de Asturias. Por cierto que Cangas no está tan lejos. A apenas una hora de Oviedo, así que se puede ir perfectamente a comer desde cualquier punto del centro y del occidente asturiano. Muy recomendable.

Terraza y fachada del Blanco

No era el mejor día el que elegí para comer en el Blanco. Cerraban por vacaciones al día siguiente y tenían una carta muy limitada. Al menos eso me explicó con cierta pena Pepe Ron, el cocinero de esta casa. Si no me lo hubiera dicho no me hubiera enterado porque había bastantes cosas y comimos estupendamente. Aunque las hubiera habido no podría haber tomado más de lo que probé.

Situado en la calle Mayor, en el centro de Cangas, el Bar Blanco lleva más de medio siglo abierto sin que nada haya cambiado en su aspecto. La misma fachada modesta de bar de pueblo, la misma barra alargada en la entrada con algunas mesitas a un lado, y el mismo pequeño comedor como los de todas las casas de comidas de esa zona de Asturias. Con apenas capacidad para veinte comensales. Lo que sí ha cambiado, además de la terraza que ahora tienen en la calle, es la cocina. A los platos tradicionales que dieron nombre a la casa y que sigue haciendo doña Engracia Linde, se ha unido el trabajo de sus hijos, Pepe y Quique Ron. El primero es el cocinero, con mucha capacidad creativa que le ha llevado a ganar el concurso de pinchos de Asturias o a ser segundo en el nacional. En esa línea elabora también algunos platos en los que juega con el producto local para innovar sin excesos. Conviven así en este bar-restaurante dos cocinas, ambas en perfecta armonía. Una oferta muy satisfactoria para todo tipo de público.

Cadario, de Dominio del Urogallo, uno de los mejores tintos de Cangas

De la barra y la sala, de los vinos y de la coctelería se ocupa Quique, el otro hijo de doña Engracia. Maneja una bodega muy interesante en la que por supuesto los vinos de Cangas del Narcea ocupan un lugar preferente. Conviene dejarse recomendar por él para descubrir los que han mejorado más en estos años. En nuestro caso, francamente bueno el Cadario de Dominio del Urogallo, probablemente la bodega de Cangas que mejor está haciendo las cosas. También el Castro de Limés 2012 fue una recomendación acertada.

Croquetas cremosas de jamón

Para empezar, como aperitivo, una de las tapas que dan fama a Pepe Ron, una tartaleta de sardina marinada con aguacate. Luego, unos canutillos de cecina rellenos de membrillo, pimientos  asados y parmesano. Agradable combinación, aunque discreta la calidad de la cecina. Probamos las croquetas de jamón que hace Pepe y que son un fijo. Si en Asturias están casi todas las mejores croquetas de España (con permiso, claro, de la familia Paniego en Ezcaray), estas del Blanco están entre las mejores del Principado. Rebozado perfecto, cremosidad absoluta, sabor intenso. No dejen de probarlas.

Tomates de Corias

Estamos en el mejor momento del tomate. Y los de las huertas de Corias, a un par de kilómetros de Cangas, justo donde está el Parador, tienen merecida fama. A las semillas autóctonas se han unido en los últimos tiempos otras variedades como el rosa de Barbastro o el corazón de buey. Los Ron organizan desde hace ocho años un concurso para elegir los mejores, con un jurado en el que suelen estar presentes destacados cocineros asturianos. Por tanto, imprescindible probarlos. Bien aliñados y acompañados de cebolletas y piparras. Hacen honor a su fama.

Bocarte relleno de pisto y anchoas

Dos platos “modernos” con pescados de temporada. Un buen tataki de bonito y un sabroso bocarte relleno de pisto y anchoa. El bocarte albardado y frito combina muy bien con su relleno. De carnes probamos los cachopines de jabalí al Oporto con boletus y puré de manzana. No me acaban de convencer. Demasiado pesados. Nada que ver con la costilla de gocho astur-celta, confitada y crujiente. Excelente pieza, con mucho sabor y absolutamente tierna. Procede de cerdos que cría un ganadero cerca de Cangas y con los que se recupera una raza autóctona muy apreciada.

Costilla de gocho astur-celta

Pero en Blanco hay que dejar sitio siempre para los guisos de doña Engracia. Puede ser una fabada, o unos garbanzos con chipirones y langostinos de los que he oído hablar muy bien. Yo voy a tiro fijo. Al pote asturiano. Ya les he contado muchas veces que los mejores de Asturias se hacen en esta zona del Suroccidente. Mi favorito es el de la Nueva Allandesa, en Pola de Allande, pero el de esta casa no le va a la zaga. Buenísimo. Me encanta la fabada, pero donde esté un buen pote… Y el de Blanco es muy bueno. Berzas, patatas y un compango de primera categoría son suficientes. Añadirle fabas al pote es algo opcional, si acaso unas pocas para adornar el plato, pero no las necesita para nada. Y además, sin ellas es más ligero. Al del Blanco le ponen un puñadito, pero no de fabas blancas sino de alubias pintas. Qué bueno.

El pote de berzas de doña Engracia

No queda, como comprenderán, mucho sitio para el postre pese a que la oferta es bastante atractiva: crema de requesón con toffe de amaretto, praliné de avellanas con granizado de manzana verde o, en la parte tradicional, el arroz con leche requemado que ya es el postre de Asturias. Elegimos el helado de quesos asturianos con frutas rojas y puré de mango. Le sobra el mango y le falta un punto de intensidad en el sabor. Lo dejamos en correcto. Al final, unos gin tonics en la terraza bien preparados por Quique, una tranquila charla con Pepe y una foto de familia con doña Engracia, sus hijos, y el resto del equipo. Muy buena impresión en esta casa de comidas moderna que bien merece una visita.

P. D. Recuerden que estamos en Twitter: @salsadechiles

Restaurantes Españoles

Tags

Carlos Maribona el

Entradas más recientes